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Soberanismo, tercera vía y otras contradicciones de Duran Lleida

El líder de Unió deja la secretaría general de CiU después de dos años nadando a contracorriente y con opiniones cambiantes sobre la consulta, ERC o el propio proceso soberanista

Soberanismo, tercera vía y otras contradicciones de Duran Lleida efe

m. p.

De hombre fuerte del catalanismo político en Madrid a equilibrista ideológico en apenas dos años, los que separan su renuncia como secretario general de Convergència i Unió de la masiva manifestación de corte soberanista de la Diada de 2012. Fue ese día, kilómetro cero del actual proceso independentista, el que empezó a dejar a Josep Antoni Duran Lleida (Alcampell, Huesca, 1952) f uera de juego y le llevó a ser visto como un elemento incómodo entre sus propios compañeros de filas.

Una postura que, después de dos años de declaraciones, desmentidos y rectificaciones, le han llevado a dar un paso por atrás. Ni sus constante reivindicación de la tercera vía como única solución posible al conflicto ni el ambiguo sí pero no del que ha acabado haciendo bandera han acabado calando entre sus socios de federación, una CDC cuya apuesta netamente independentista ha acabado arrinconando al líder democristiano.

Duran, como él mismo ha dicho en más de una ocasión, no es independentista, aunque tampoco renuncia a un Estado propio. Una aparente contradicción que el político catalán ha tratado de asumir con total naturalidad pero que se ha acabado desplomando por su propio peso: cuando se le reprocha que secunde las tesis convergentes asegura que él nunca ha dicho que no quiera ni «el Estado propio» ni poder celebrar la consulta, pero al mismo tiempo siempre ha defendido que difícilmente se desencallará el conflicto soberanista sin una solución pactada con el Estado, preferiblemente una suerte de reforma federal. Aún así, en otro gesto de equilibrismo político, el propio Duran ha reconocido en más de una ocasión que su partido se rompería si tuviese que posicionarse de forma clara respecto a la pregunta de la consulta consensuada por Mas.

Su proyecto, pues, difiere sustanacialmente del de Artur Mas, aunque durante esos dos años Duran ha hecho todo lo posible por limar asperezas y modular el discurso según la ocasión. Así, el referendum que quiere convocar el presidente de la Generalitat ha sido uno de los principales elementos de choque y contradicción. No en vano, Duran ha pasado de decir que el referéndum tenía que ser legal a asumir que la consulta no podría ampararse en la legalidad pero que, pese a todo, tendrá que celebrarse. A vueltas la independencia, el líder de Unió tampoco tiene reparo en defender la consulta o, según el día, asegurar que «una consulta es legal o no es consulta» y, acto seguido, recriminar a ERC que identifique constantemente la consulta con la independencia de Cataluña.

El papel de ERC es, precisamente, otro de los puntos calientes que con los que Duran ha avivado el debate interno en el seno de CiU: mientras el presidente de la Generalitat intenta por todos los medios que los republicanos entren en el gobierno y asuman parte del desgaste, Duran carga constantemente contra el partido que dirige Oriol Junqueras, consciente de que el crecimiento electoral de ERC va en detrimento de los intereses políticos de CiU. Incluso ha llegado a recordar en más de una ocasión la nefasta gestión del tripartito y el papel de ERC en el mismo para atacar a un partido que, sin embargo, es pieza clave en el proceso que defienden sus compañeros de federación.

Con su renuncia, se cierra en parte ese círculo que se abrió precisamente con motivo de la Diada de 2012, cuando tanto Duran anunció públicamente que no iría a la manifestación independentista pero acabó acudiendo, incluso con muletas, para asegurar más tarde que en realidad que se lo se pedía en aquella manifestación no era la independencia, sino el pacto fiscal. Al año siguiente, con los ánimos aún más caldeados, Duran prefirió viajar a Panamá con la Comisión de Exteriores.

Su papel en dicha comisión es también otra de las contradicciones con las que ha tenido que lidiar Duran: un día dice que defiende los intereses de Cataluña y al día siguiente se va de viaje representando a España como presidente de la Comisión de Exteriores del Congreso. En una ocasión precisó que él no era representante de la Generalitat en Madrid, sino un comisionado del Gobierno de la Generalitat.

Sea como fuere, la renuncia de Duran deja en suspenso el fantasma de una hipotética ruptura entre CDC y UDC, escenario con el que se ha venido especulando en los últimos meses y que ahora queda en territorio incierto.

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