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Caixaforum Barcelona admira los «Pequeños tesoros del Prado»

Ciento treinta obras del museo madrileño desembarcan en la falda de la montaña de Montjuïc

Caixaforum Barcelona admira los «Pequeños tesoros del Prado» efe

maría güell

En 1689 murió María Luisa de Orléans, primera mujer de Carlos II de España, y los ministros se apresuraron en encontrar una segunda esposa con la que pudiera tener descendencia. Entre las candidatas, eligieron a Mariana de Neoburgo por la fertilidad de su familia, su madre dio a luz veintitrés hijos.

Esta curiosidad se ve reflejada en el óleo de Luca Giordano que presenta a Mariana de Neoburgo, reina de España, a caballo. «En este cuadro vemos alegorías a la fertilidad como estos niños de la parte superior que llevan una cornucopia de las que salen espigas de trigo en alusión a la espera de un descendiente varón», explica Manuela Mena, c omisaria de la exposición «La belleza cautiva. Pequeños tesoros del Museo del Prado».

Este cuadro, pareja del retrato «Carlos II, rey de España, a caballo», fue un boceto que nunca llegó a ejecutarse como una obra de mayor tamaño. Precisamente, este recorrido por la historia del arte que estará en Caixaforum Barcelona hasta el 5 de enero 2015, fija la mirada en las obras de pequeño formato con las que el artista disfrutaba por sus detalles y su precisión.

Un museo portátil

Ciento treinta obras del Prado desembarcan en la falda de la montaña de Montjuïc. «Esta exposición la hemos planteado como un museo portátil —destaca Miguel Zugaza, director del Museo del Prado—. La sabiduría del arte del Prado se concentra en esta selección». En Madrid se presentó con más cuadros y con una presentación muy diferente. «Hemos querido personalizar la selección y en Barcelona se puede disfrutar algunas joyas de artistas catalanes como unas tablas que reflejan la Anunciación, de Jaume Mateu, y el retrato de un profeta, de Jaume Huguet, que no estaban en la de Madrid», comenta Manuela Mena.

Muy cerca de las obras catalanas descubrimos un Cristo de marfil sobre una cruz de cristal de roca muy excepcional. «Esta pieza, que pueden admirar en todo su esplendor a través de esta vitrina, estuvo durante años en una caja donde se guardaban las diez piezas de cristal, pero por suerte se pudo montar y aquí tienen una cruz única que se vincula a los talleres parisinos de 1300».

El disfrute de esta muestra es inmenso e inabarcable. En el apartado de barroco podemos hacer un ejercicio impagable como comparar el boceto de Rubens que retrata a Apolo y la serpiente pitón y el lienzo definitivo, realizado a partir del boceto, que pintó su colaborador Cornelius de Vos.

El público tendrá la fortuna de ver el cuadro de la pintora italiana Sofonisba Aguissola que el Prado compró en 2012 y que se exhibe por primera vez. «Es un retrato del poeta y escultor Giambattista Caselli, lo acaban de restaurar y el barniza todavía no está bastante asentado –subraya Mena-. Está lleno de detalles como un pequeño cuadro, dentro del cuadro, de devoción a la Virgen María acompañada del niño Jesús y de San Juan Bautista».

No podemos pasar por alto la «Vista del jardín de la Villa Medici en Roma» de Velázquez o el fantástico retrato de María Luisa de Parma, de Mengs. Éste último seguramente fue un estudio preparatorio para un cuadro de mayor tamaño.

La mirada de María Luisa de Parma, con sus expresivos ojos marrones, cautiva a cualquiera y puede ser un signo de atención para captar la importancia de las obras de pequeño formato.

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