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La trastienda electoral del PP catalán

Como comenta un miembro de la ejecutiva del PPC, «en el grupo hay muchos jefes y pocos indios»

maría jesús cañizares

Estos días, la política catalana transcurre a cámara lenta. Digo yo que se tendrá que constituir el Parlament, habrá que repartir cargos en los grupos de la Cámara catalana, pactar la presidencia de la Mesa... Nuestros dirigentes no se han librado aún de la resaca electoral, y eso que no mezclaron brebajes dialécticos. Pero todo giraba alrededor del debate independentista, que es muy peleón. Solo los diputados de la CUP parecen aguantar bien la borrachera secesionista y se reúnen en asamblea para hacer botellón insumiso. Incluso para el PP, con mucha más experiencia política, estos comicios han sido más traumáticos de lo previsto. Y no lo digo por el relevo de Alicia Sánchez-Camacho, generosa en su decisión de dar paso a Xavier García Albiol ante las malas perspectivas electorales. Me cuentan que la decisión de los candidatos de la lista autonómica provocó notables peleas, dando lugar a situaciones curiosas. Hubo dirigentes que se negaron a participar en esa lucha fraticida y que, finalmente, repitieron en los primeros puestos, mientras que la explícita ambición de otros no fue suficiente para obtener una posición destacada que les garantizara el escaño.

Finalmente se logró hacer una buena combinación entre nuevos liderazgos, paridad, relevo generacional y veteranías. Pero los resultados del 27-S, como admiten los populares catalanes, no fueron los esperados ni los deseados. Once diputados dan poco juego, por lo que será necesario redoblar esfuerzos para que el trabajo parlamentario luzca. Sin embargo, como comenta un miembro de la ejecutiva del PPC, «en el grupo hay muchos jefes y pocos indios».

El tiempo dirá si a Antonio Gallego, que ha sido diputado en el Congreso, se le queda pequeña la plaza catalana. O si Andrea Levy puede combinar el escaño con sus funciones, cada vez más intensas, como vicesecretaria de Estudios y Programas del Partido Popular. Entre portavocías, presidencias de comisión y acción territorial -Albiol quiere que su equipo haga «mucha calle»- va a quedar muy poco tiempo para investigar, presentar preguntas parlamentarias, hacer proposiciones de ley y ejercer de gota malaya del futuro Gobierno catalán auditando las consejerías de la Generalitat. Hay predisposición a que no se repita la mala experiencia de la anterior legislatura, en la que el PP indagaba y Ciudadanos se llevaba el mérito, según afirman los populares. La tarea es ingente porque la formación naranja ha pasado de nueve a 25 diputados, mientras que el PP ha bajado de 19 a once.

Pero ¿quién dijo miedo? Ahí está el incombustible Alberto Fernández, a quien las últimas elecciones municipales dejaron con un reducidísimo grupo municipal en el Ayuntamiento de Barcelona, al pasar de 9 a 3 concejales. Su ritmo de trabajo no ha bajado. Y le luce.

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