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punto de fuga

La facciosa Forcadell

josé garcía domínguez

La candidata Forcadell, del frente nacional, constituiría un adversario temible si su inteligencia estuviese a la altura de su fanatismo. Aunque por ventura está lejos de ser ese el caso. De ahí que la patriota Forcadell acabe de meter la pata hasta el corvejón en las primeras de cambio. Así, mientras sus patronos escenifican con muy cuidado esmero la comedia del secesionismo amable que ansía despedirse a besos de España, Forcadell no ha podido reprimir en público la vena cafre que informa todo su ser. Y es que, en cuanto le ponen un micrófono delante, a Forcadell le sale el fascista que lleva dentro. Mucho más que una ideología, es sabido, el fascismo constituye una actitud. Por eso su camaleónica capacidad para sobrevivir bajo mil disfraces. Alguna vez se ha definido al fascismo como la conducta política caracterizada por una preocupación obsesiva ante la decadencia de la comunidad y por cultos compensatorios de unidad y pureza, en que una organización de masas con base de militantes nacionalistas trabaja en colaboración con las elites tradicionales. No conozco catalogación mejor.

"Tenim un estat que des de fa 300 anys ens intenta fer desaparèixer!”, clamó Forcadell en lo del Arco de Triunfo. Pues, como nadie ignora, la única razón de ser de España a lo largo de los últimos cinco siglos ha sido exterminar a los catalanes. ¿Aunque qué clase de opresores deben ser esos malditos españoles para no haber sido capaces de extinguir la estirpe de la señora Forcadell tras más de trescientos años de cruel ocupación colonial? Qué extraños exterminadores aquellos andaluces que llegaban a la Estación de Francia hacinados como ganado en vagones de tercera para trabajar hasta reventar, de sol a sol, en las fábricas de sus exterminables patronos de Sabadell y Tarrasa. Qué curiosa forma de atormentar a los Forcadell la ideada por aquellos imperialistas de la Bética que se hacinaron durante décadas en las infectas chabolas del Somorrostro. Hágase un favor, Romeva: tápele la boca.

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