Sir Artur de… Más

No es fácil estar a la última de la política del independentismo catalán, que camina lenta y sigilosamente como una de esas películas de Rohmer, que hay que tener la oreja alerta al más inane diálogo porque ahí, justo ahí, está la clave de todo el mensaje. En este asunto de la lista única, o tripartita, o transversal, con políticos o sin políticos, se precisa la oreja de Dumbo para extraer el solomillo de la idea. Como es natural, uno no tiene oreja para llegar más allá de la casquería, y a ese nivel lo que se puede entender es que a Artur Mas le están preparando una especie de proceso de nobilización; es decir, ennoblecerlo con un Sir o con un De que preceda a su apellido: Sir Artur De… Más. Con lo que lleva roto ya el señor Mas desde que vio claro que el libro de la Historia le había dado una oportunidad de llenar su página en blanco, y ahora van unas cuantas siglas, ANC, AMI y tal y tal, y aprueban impulsar una lista sin él… Hombre, podían esperarse unos cuantos meses para elaborar esa lista y entonces sí podría estar ya el señor Mas a la cabeza de ella.

Sea como fuere, en Cataluña ya podrá empezarse a decir que la sociedad civil suplanta al Estado (ayer, Ignacio Ruiz Quintano decía con rigor de teoría política que eso recibe el nombre de fascismo, aunque los políticos y los “civiles” lo ignoren). Una sociedad civil, claro, entre comillas, pues es la que se ocupa con grandes cantidades de dinero público a la propaganda, a la manipulación, a comprar pitos y a bordar esteladas en la ropa interior de la gente. Y así nos preparamos para las elecciones del 27 de septiembre, que, en el mejor (peor) de los casos, sólo servirán en la ensoñación separatista como preámbulo de otras elecciones. El panorama es dantesco, con Sir Artur De… Más sin ya nada que romper; con los políticos que nos han traído hasta aquí, escaqueados hasta nuevo aviso; con unas listas para votantes que serán el hazmerreír del mundo adulto (¿concurrirá Pujol como expolítico?... ¿Podremos elegir entre Pep y Llach?... ¿Entre Mikimoto y Joel Joan para ministros de Cultura?...

Y en toda esta empanada sin nada dentro, lo curioso es la postura de la otrora influyente intelectualidad catalana, que está entre la búsqueda de sitio en la lista y el bordado de estelada en el gayumbo.