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Ignacio Vidal-Folch: «Cuando cayó el Muro volvimos a 1913»

El escritor y periodista retorna a la Europa del Este en «Pronto seremos felices»

Ignacio Vidal-Folch: «Cuando cayó el Muro volvimos a 1913» abc

sergi doria

El título de esta novela es una promesa que todos los regímenes políticos lanzan a los ciudadanos. «Pronto seremos felices». Para Ignacio Vidal-Folch, «la idea de felicidad es ridícula en sí misma, una mala traducción del inglés». Desde poco antes de la caída del Muro hasta 1991, el autor barcelonés recorrió la Europa del Este como corresponsal de ABC. Aquellos años decisivos fueron para él «una iluminación brutal».

En Berlín, Bucarest, Sofía o Praga se topó con los personajes de «Pronto seremos felices», una novela más centrada en la intrahistoria de la vivencia humana que en la Historia oficial: «Yo llegaba cargado de prejuicios progresistas, pero la gente con la que hablaba aborrecía todo aquello». En esta novela, que retorna a la geografía de «La libertad», Vidal-Folch manifiesta «una fascinación por un mundo diferente que hoy día resulta inimaginable para las nuevas generaciones». En Bucarest, encendió una cerilla y le dijeron que usara un mechero y no la malgastara porque servía para encender el horno: «¡En la Rumania de Ceaucescu había déficit de cerillas!», exclama.

El siglo XX concluyó en 1989 con el fracaso del experimento comunista, pero la esperanza derivó en horror: «Cuando cayó el Muro volvimos a 1913… Se disolvieron Yugoslavia, Checoslovaquia y, ahora, Ucrania. Todo lo que se hizo después de la Gran Guerra del 14 fue para mal. Cambiamos el Imperio Austrohúngaro por pequeños nacionalismos y ahora queremos recomponer Europa desde el eje alemán». En el retablo de personajes de «Pronto seremos felices» anida la traición, el amor, la trascendencia religiosa, la delincuencia y la vejez. El mundo de ayer comunista era, según el autor, «una sociedad de ocio, desidia y pereza, sin una economía que la pudiera mantener».

En sus años de corresponsal, Vidal-Folch asistió a rituales tan pintorescos como ver a un líder de rock dar explicaciones sobre las letras de sus canciones ante los miembros del partido. En los veinticinco años transcurridos desde 1989, el escritor ha vuelto a recorrer la la República Checa, Rumania o Bulgaria: «Es como quien hurga con las uñas o con la hoja de una navajita en los labios de una herida para no dejar que cicatrice…», observa.

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