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el mentidero

Carta de San Artur a los republicanos

La ira de Mas estalló vía SMS -la ciencia en las cosas de la fe avanza que es una barbaridad- y, en lugar de dar libertad de voto, ejerció su derecho a veto

maría jesús cañizares

La carta de san Artur a los republicanos contiene tres propuestas de avance electoral que, al igual que el Nuevo Testamento, aportan matices a una misma historia. Porque la esencia es la misma, celebrar unos comicios de carácter plebiscitario que demuestren al mundo que hay una mayoría en Cataluña favorable a la independencia.

A estas tres fórmulas diseñadas por el presidente catalán, ERC añade una cuarta, que tiene la misma meta, pero ¡oh blasfemia! pretende que sean los fieles quienes decidan a qué lista de los dos profetas del secesionismo se incorporan. La ira de Mas estalló vía SMS -la ciencia en las cosas de la fe avanza que es una barbaridad- y, en lugar de dar libertad de voto, ejerció su derecho a veto. Mas es uno y trino -Asamblea Nacional Catalana, Òmnium y Asociación de Municipios por la Independencia- y cualquiera que cuestione este dogma queda proscrito.

Como si tener en su candidatura a dirigentes de esas tres plataformas proporcionara automáticamente el apoyo de las miles de personas que se manifestaron en la Diada. Digo yo que estos ciudadanos serán libres de votar al partido que deseen y de bordear la tierra prometida acompañados de Josué, y no de Moisés, como dicen las Escrituras que ocurrió. ¿Descabellado? No si el dirigente nacionalista pensara, como dice, en clave de «país». Pero es que, dentro de Convergència, hay voces con una veteranía separatista muy superior a la de Artur Mas que apoyan una propuesta electoral apócrifa, pues no coincide con las oficiales del presidente catalán ni con la de Oriol Junqueras. Esas voces son partidarias de que esas elecciones plebiscitarias -que serán convocadas bajo la ley española como unas autonómicas, acabemos con la farsa-, se celebren el mismo día de los comicios municipales de mayo. Con o sin ERC como compañera de viaje, pero con unas nuevas siglas que hagan olvidar algunos episodios corruptos de la historia de CiU.

En este sentido, resulta perfecta la excusa de que dar cabida a la sociedad civil en las listas obliga a buscar otro nomenclátor. ¿Audaz? Quizá, pero pondría fin a una legislatura donde la cuestión independentista y presupuestaria -«¿Aguantar con 50 diputados?», es la elocuente pregunta que se hace un dirigente convergente- ha entrado en punto muerto, y desvelaría qué clase de mayorías se forman a nivel territorial. No obstante, en CDC son conscientes de que no hay garantizada una suma con Esquerra que les dé mayoría absoluta en el Parlamento catalán. ¿Tragarse el orgullo y aceptar la oferta de pacto del PSC? Díficil. Recordemos que, por tres veces, Artur Mas negó a la formación que lidera Miquel Iceta.

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