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barcelona al día

El Príncipe Carlos sin su faldita escocesa

Para los escoceses se acaba la pesadilla y empieza la vida real, que puede traerles (o no) otro paquete de pesadillas muy bien anunciadas por los partidarios del Reino Unido.

oti rodríguez marchante

Europa se muerde hoy una uña pendiente de lo que le digan los escoceses a sus urnas, y por lo que sabemos por augurios y profecías serán los indecisos quienes finalmente le den autoridad al Sí o al No. La probable división en dos mitades de la sociedad convierten el país de hoy en un bonito lugar para irse a vivir mañana. Y por eso se muerden la uña en la Unión Europea, ya presa de la sensación de circo al que le están creciendo los enanos: una mirada al mapa europeo y a sus zonas de potencial conflicto separatista (puestas en rojo parece un sarpullido de viruela) le da a uno ganas no de irse a vivir a Escocia, sino a la isla de Forges. En la Unión Europea se muerden una uña, y aún insisten, con esa vista de halcón que les ha hecho célebres, que se trata de asuntos internos de cada país, pero en España, y dentro de España, en Cataluña, esta decisión de los indecisos se espera con esa tensión en el cuello con la que un chiquillo recién pelado espera las collejas de sus amiguetes.

Para los escoceses se acaba la pesadilla y empieza la vida real, que puede traerles (o no) otro paquete de pesadillas muy bien anunciadas por los partidarios del Reino Unido. Ya están estudiados y advertidos todos los efectos colaterales de la independencia de Escocia, aunque quizá no hayan sopesado bien los partidarios del No algunas evidentes ventajas de que hoy venciera el Sí. De entrada, es muy posible que, desligados los escoceses, el Príncipe Carlos ya no tuviera que ponerse más esa faldita a cuadros de colegiala con la que ha de fotografiarse de vez en cuando; y desde luego, podrían empezar a ahorrarse las turras de gaitas y cornamusas, y la imagen de estrujar el pellejo a sobaquillo con calcetines blancos y las canillas al aire.

Aquí ni se acaban las pesadillas ni cejan los pesadillos (aunque llamarle pesadillo a Oriol Junqueras es como llamarle espigado a Gasol), y mañana aprueban en el Parlamento catalán, y en papel mojado, la Ley de Consultas..., papel mojado porque presumiblemente le echará un cubo de agua el Constitucional. Con ese cubo se apaga el mechero de Artur Mas, pero la falla ardiente de las doñas del Òmnium Cultural y la Asamblea Nacional Catalana (ANC) precisará de todo el Cuerpo de Bomberos. Ya puede la Unión Europea dejar el vicio de morderse las uñas e ir pensando en un cortaúñas.

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