Junio es la antesala de un largo verano. Los días se alargan, las temperaturas suben y todo es motivo de alegría, especialmente si se es joven. Los estudiantes tienen ante sí un largo periodo repleto de posibilidades. El aire trae aroma de fiestas, de noviazgos, de tediosas tardes y de noches suaves tras el largo invierno.
Pero llegan también los temidos exámenes. Los de junio son a los que se acude con más ganas, con la esperanza aún intacta. A septiembre se presentan los estudiantes con la derrota a cuestas, con la herida moral del fracaso de unos meses antes, con un verano desaprovechado para el estudio o para los amigos, que en cualquier caso alienta el desconsuelo. Por eso estos chavales de la fotografía miran con temor el examen recién depositado en la mesa del profesor, del que sólo vemos un dedo, que se muestra amenazador. De su resultado dependerá como irá el veraneo. El chaval mira el examen de su compañero, tratando de averiguar si él lo ha hecho igual, buscando un último resquicio para aprobar. En ese instante se juega cómo le irá los próximos meses, que para él son eternos.
Los buenos estudiantes (o al menos los que tengan más suerte) tendrán casi tres meses por delante, hasta comienzos de septiembre, para poder dedicarse a una tarea no menos importante que el curso escolar: ahora toca dedicarse a jugar, reír, leer, aburrirse, romper con la rutina del todo el año, a fabricar en definitiva recuerdos que les permitan el día de mañana mirar hacia atrás con nostalgia. El calor, la monotonía de las tardes de verano hacen que muchos caigan en el aburrimiento. No importa, es el efecto de la infancia, en la que todo es presente. En esas tediosas tardes del verano, ¡Cuántas vocaciones se han descubierto! Es posible que este no sea el mejor verano de sus vidas. Pero eso no lo saben y piensan que podrá serlo. Cuando las derrotas de la vida les lleve a mirar hacia atrás, encontrarán los recuerdos de aquellos veranos en los que todo era aún proyecto, futuro inmaculado en el que todo estaba por escribir.
La fotografía es de Miguel Ángel García Basabe, conocido como Basabe, (Madrid, 1912-1973). Fundador de la Asociación de Fotógrafos de Madrid, colaboró con ABC muchos años. Reportero de prensa en los 40 y 50 trabajó para revistas como Blanco y Negro, Triunfo, La Gaceta Ilustrada o las extranjeras Life y Time. Fue también fotógrafo de los estudios Samuel Bronston en Madrid, donde retrató a numerosas estrellas de cine y a personas del teatro, el arte y la cultura.