Pocos segundos después de que comenzara el concierto, una despistada le preguntaba a su acompañante: «¿Pero no eran un rollo entre California y México?». Y él le respondía: «Pues ni idea». Y la duda es más que razonable, porque Calexico nos tuvo enamorados durante años con ese divertido batiburrillo de sonidos mariachi, «spaghetti-western», country y rock americano con el que eran capaces de poner a bailar a un muerto a golpe de tequila… hasta que decidieron cambiar.
Por eso, cuando los de Tucson (Arizona) salieron al escenario del Teatro Kapital de Madrid, con la sala absolutamente llena y las entradas agotadas de antemano, y empezaron a sonar los acordes de «Epic» la canción que abre su último disco («Algiers»), los que les hubieran perdido las pista hace un tiempo, quizá se llevaran alguna sorpresa. Pero esta, duró muy poco.
Inmediatamente después, «Across the wire» mandó de una patada en el trasero a Jalisco a todos los presentes, arrancando las primeras palmas en el público y marcando la pauta de lo que iba a ser toda la actuación: un vaivén entre Tijuana y Los Ángeles, entre la Quinta Avenida de Nueva York y el desierto de Chihuahua o las calles de Ciudad Juárez. Una fiesta en español e inglés, un celebración de rock, pop y rancheras en las mismas proporciones. Y lo que es mejor, dejando siempre el mismo buen sabor de boca.
¡Trompetas, benditas trompetas!
Joey Burns (guitarra y voz) y John Convertino (batería), los pilares sobre los que se asienta Calexico desde su formación en 1996 –como proyecto paralelo a su otra banda, Giant Sand–, llegaban a Madrid rodeados, como siempre, de una cuadrilla de músicos tan buenos como dispares, capaces de absorber todo tipo de músicas, para crear ese sonido propio en el que hay cabida para el contrabajo, el acordeón, un cajón flamenco, el xilófono, una «steel guitar», todo tipo de percusiones caribeñas o africanas y, siempre por encima de todos esos instrumentos, las trompetas, ¡benditas trompetas!
Allí estaba también el músico madrileño Jairo «Depedro» Zavala, que en los últimos tiempos ha pasado a ser un miembro más de la familia Calexico, absolutamente suelto, siempre animado y animando la verbena, arrancando los aplausos del público al más mínimo atisbo de juerga y lanzándose a cantar esa historia de inmigrantes que se relata en «Puerto», la canción en la que se traza un interesante paralelismo con la conquista española.
Y tan pronto sonaron las guitarras más rockeras de «Splitter», la canción más animada de su último trabajo, como las trompetas de «Roka» o «Inspiración», canturreándose entre el público eso de «me duele que ya no estás aquí» o «la danza de la muerte». Y con la misma facilidad te llevan de parranda con «Crystal Frontier» o el pegadizo estribillo de «Victor Jara Hands», como te sumen en la más absoluta melancolía con los coros cálidos y apacibles de «Fortune Teller» y los elegantes arpegios de «Hush».
Una montaña rusa de emociones en el que hubo espacio hasta para un popurrí entre «Güero Canelo» y el «Desaparecido» de Manu Chao, y una bonita versión de Gillian Welch , «Look at Miss Ohio», que interpretaron junto a Blind Pilot, la banda que les acompaña en esta gira.
Sólo falto una cosa para acabar la fiesta… ¡esos tequilas!



















