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Muy personalPintor, artista gráfico y escultor

«Marías hace bien. Los premios son trofeos, o sea, feos»Juan Genovés

«Marías hace bien. Los premios son trofeos, o sea, feos»Juan Genovés MIGUEL BERROCAL

BLANCA TORQUEMADA

El autor de «El abrazo», símbolo pictórico en la Transición, expone ahora en Madrid su lado más solidario en la muestra «Artistas por Bangassou», a la que ha donado un cuadro

Genovés es un tipo afable y generoso con el interlocutor, sin resabios de «torre de marfil». Pese a que admite que el medio en el que se siente verdaderamente cómodo es «su cueva», el estudio en el que se sumerge a las cinco de la mañana, una hora a la que él, casi como cualquier otro mortal, se arrastra de sueño: «Es por mi miedo de artista. Con el madrugón aún no tengo plena conciencia de lo que hago y me atrevo con todo. Es mi manera de arrancar». Ahora prepara su regreso a la Marlborough de Madrid en febrero y vuelve a dar la medida de su carácter desprendido con el donativo de un cuadro a la exposición «Artistas por Bangassou» (desde hoy y hasta el jueves en la sede del Colegio de Ingenieros de Caminos de Madrid), en la que se recaudarán fondos destinados a la población de la República Centroafricana, asolada por el hambre y el sida y por el ejército de Josep Kony, el criminal más buscado por el Tribunal Penal Internacional. El personalísimo pintor de multitudes continúa en la brecha, más vigente que nunca.

-Las multitudes de sus cuadros se han vuelto últimamente muy coloridas.

-Vivimos en un mundo del que francamente dan ganas de marcharte corriendo, y estoy tan enrabiado que me salen esos colores, a ver si ilumino mi desazón. Es una injusticia tremenda que estemos pasando lo que estamos pasando ahora para pagar deudas a un interés que te ponen unos señores abstractos que nadie sabe quiénes son. Es como un timo monumental. ¡Si aún estamos pagando los intereses del AVE a Sevilla! Me indigna que en el siglo XXI estemos así.

-¿Enlaza hoy ese gentío pictórico con movimientos como el 15-M?

-No específicamente, desde luego, cuando llevo haciendo esto desde hace cuarenta años. Eso sí, siempre me ha gustado el concepto de la gente en la calle y me he preocupado de cambiar el punto de vista. Porque el punto de vista tradicional ha sido siempre de frente, y de frente lo que hay en primer término tapa lo demás. Intento dar que pensar: cuando cambias el punto de vista, cambia la situación.

-Obras de Genovés han sido en varias ocasiones portada de ABC.

-La primera, en 1965, después de un gol que desde la resistencia le colamos al franquismo, al meter en la Biblioteca Nacional una exposición mía, a través de un alto cargo que trabajaba allí. Él me dijo: «A mí me costará el puesto y tú acabarás en la cárcel». Fue la primera vez que ABC reprodujo un cuadro de un pintor contemporáneo en su portada.

-¿Cómo han evolucionado sus masas humanas desde entonces?

-Un cuadro lo hace el espectador y yo pienso mucho en eso, intento dar suficientes lecturas. Nunca hago un montón de gente, siempre pinto figura a figura porque quiero que cada una tenga su propia vida, y creo que eso es lo que ha tenido éxito. Pero también tiene una lectura plástica, la de que cada figura representa un punto en el espacio. Y he de decir sin rubor que en las grandes ferias de arte, ya sea en Sao Paulo o China, siempre hay un montón de gente sacando fotos de mis cuadros.

«No me explico que el Reina Sofía tenga “El abrazo” en el almacén. Es un cuadro de todos los españoles»

-Ha relatado en alguna ocasión que el único cuadro que Bacon compró en su vida fue uno suyo.

-Sí, en la exposición de Londres de 1967. Me dijo: «Siempre he querido pintar a la multitud y nunca he encontrado un sistema de hacerlo. Tú sí».

-En estos días se habla de la que ha montado Javier Marías al rechazar el premio Nacional de Narrativa. ¿Qué le parece?

-Pues estoy de acuerdo. A mí tampoco me gustan los premios ni los trofeos. Ya lo dice la propia palabra: no son «troguapos», son «trofeos». Tampoco me gustan las inauguraciones. Ni las mías. Yo soy el que mejor sé cuándo tengo premio y cuándo no: si no me salen las cosas, fracaso, y cuando me salen me siento recompensado. Ahora, eso de que me den un cacharrito feo, pues no.

-Sin embargo, usted ha recibido unos cuantos reconocimientos oficiales.

-Pero nunca me he presentado a nada, siempre he sido muy enemigo. El mejor premio para el artista es que le compren la obra y ya está. Aunque hace poco me han hecho Hijo Predilecto de Valencia, mi ciudad, y, como me lo dieron por unanimidad no pude decir que no...

-¿Se sigue sintiendo un poco maltratado en España?

-Me siento incómodo con el cuadro «El abrazo», que es un símbolo político de la llegada de la democracia y lo tienen en los almacenes del Reina Sofía. De esa obra se hicieron quinientos mil carteles para pedir la amnistía de los presos políticos, y está colgado en muchas casas. No me explico cómo lo pueden tener en un almacén. Cuando vienen televisiones extranjeras a hacer reportajes de la Transición y se interesan por el cuadro, lo sacan, lo colocan para que lo filmen y luego lo vuelven a guardar. Ya se lo dije a un periodista japonés: será que como nació en la clandestinidad está muy a gusto ahí...

-Pese a los esfuerzos que se hicieron para que esa obra tuviera su sitio.

-Sí, porque el cuadro salió de España, lo compró un coleccionista de Chicago. Pero en la etapa de Suárez, Bellas Artes se empeñó en recuperarlo, por su importancia simbólica. La galería convenció al comprador de un trueque por otra obra mía y lo vendió al Estado español casi regalado. Si un símbolo así lo tuvieran Francia o Alemania, estaría recogido en un sitio con todos los honores. Y no lo digo porque lo haya hecho yo, pues ya no es mío, sino de todos los españoles. Los ciudadanos lo hicieron suyo.

Desde el quinto piso en el que se crió Juan Genovés (Valencia, 1930) se veía el campo de Mestalla, por lo que se empapó de la afición e incluso intentó ser futbolista («llegué a jugar en Tercera División»). Pero su padre le desengañó («¡no metes la pierna!») y halló su verdadera vocación en la pintura. Sus obras están hoy en más de un centenar de museos de todo el mundo.

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