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A TU SERVICIO

¿Por qué no usamos urinarios en casa?

Son pocos pero cada vez hay más hogares que incorporan a sus cuartos de baño inodoros para hombres como los que hay en los servicios públicos

JOSÉ GUERRERO

Si es usted mujer no siga leyendo porque seguramente tendrá cosas más interesantes en este periódico que una historia sobre urinarios de hombre en el hogar. Aunque quizás sea usted, amiga lectora, una de tantas señoras hartas (bajemos un grado al hartazgo, digamos mejor cansadas) de ver la tapa del váter salpicada de indeseables gotitas de procedencia nada sospechosa y también nada higiénicas. Si es así, y sin ánimo de ponernos escatológicos, aquí puede encontrar un artículo en el que abordar con su pareja o sus hijos (varones, claro) ese espinoso asunto del 'la próxima vez levanta la tapa, limpia la tapa, no me mojes la tapa, cuidado con la tapa, ¡otra vez en la tapa…!'. Si no pierde la esperanza de sentarse siempre ‘en seco’ no vamos a dejar que ese anhelo se esfume por el sumidero. Que la cosa no sea por falta de ganas. Porque hay una solución, seguramente no es una gran alternativa, pero haberla, hayla. Son los urinarios individuales domésticos. O más concretamente, se trata de trasladar al hogar un modelo similar (a veces idéntico) a los WC masculinos que existen en cualquier establecimiento público, desde oficinas a cines y restaurantes, pasando por aeropuertos, estaciones de tren, centros comerciales…

La estampa se repite a diario aquí y allá. Hombres en fila contra la pared distrayéndose con lo primero que pilla el ojo (qué espacio más desaprovechado para el márketing) y apuntando donde hay que apuntar… sin posibilidad de errar en la tirada. Son cómodos, son eficientes, cumplen bien su papel… y entonces, ¿por qué no los usamos en casa? Un periodista de ‘The Guardian’ lanzó esta pregunta a sus lectores hace un par de años. Le dieron muchas razones. La falta de espacio (sobre todo en hogares de un solo cuarto de baño donde vive una pareja con o sin hijos), la higiene (motivada básicamente por la ausencia de la ‘famosa’ tapa’), la cuestión de ‘género’ (el ingenio en cuestión está pensado exclusivamente para ÉL) y su uso limitado al alivio de aguas menores. Otras respuestas resultaron menos pedagógicas: “Para qué lo necesito, si meo en la ducha”. Ni la mismísima Mercedes Milá lo habría dicho más claro.

Así contestaron en el Reino Unido, pero ¿qué ocurre en España?, ¿son conocidos este tipo de urinarios? Trasladamos la misma pregunta a Coysa, un grupo de empresas especializadas en la venta de productos para el cuarto de baño, que también es distribuidor oficial de Roca Sanitarios y otras marcas líderes en el sector. Patro Nicolás, del departamento de Márketing, cuenta que en nuestro país los urinarios domésticos son aún bastante desconocidos, pese a lo cual gozan de una demanda creciente ya que las nuevas colecciones de porcelana los empiezan a incluir en sus catálogos. “Históricamente estaban fuera de las colecciones, sin embargo, actualmente podemos encontrar diferentes diseños, con diferentes acabados y accesorios enfocados al hogar, como por ejemplo, la tapa”.

A favor de los urinarios domésticos juegan dos factores, el importante ahorro de agua y su precio, bastante más barato que un inodoro normal. “Para que te hagas una idea”, explica Patro Nicolás, “un urinario puede costar desde 34 euros a 350 euros el más sofisticado con tapa, descarga electrónica, dosificador de perfume… En cambio, el inodoro más barato cuesta unos 150 euros y el más caro… lo que quieras… ya que existe una gama alta de este producto”.

Las ventas de estos dispositivos a particulares en España son aún muy residuales, aunque año tras año van aumentando, tal vez por la existencia de pisos habitados únicamente por hombres. “ Las ventas son muy pequeñas, aunque han aumentado: antes no se pedía ninguno y ahora podemos hablar de unas 20-25 unidades al año. Es difícil definir el tipo de cliente, pero lo que sí podemos decir es que se trata de un cliente joven, de menos de 45 años”.

El ahorro de agua sí que es espectacular. Cada vez que se aprieta el pulsador, apenas consume un par de litros e incluso los hay que no necesitan ni una gota de agua ya que emplean un sistema a base de recambios, que además neutraliza el olor. En nuestro país en un hogar medio se tira de la cadena unas 15 veces al día y cada vez que se hace se van por el desagüe del orden de 10-12 litros de agua. No hace falta que haga el cálculo. En un año habrá ahorrado unos 50.000 litros de agua, la factura habrá bajado entre 60 y 75 euros y ni se acordará de aquellas enojosas gotitas en la tapa de su inodoro.

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