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faltan tres días

Las guardias pretorianas de Obama y Romney

El demócrata apuesta por los mismos que le encumbraron hace cuatro años. El republicano se ha rodeado de fieles partidarios y veteranos de la Administración Bush

Las guardias pretorianas de Obama y Romney afp

óscar bellot

La alegría inundó los corazones demócratas el 4 de noviembre de 2008. Barack Obama , el candidato del partido a las presidenciales, acababa de conquistar la Casa Blanca . Pero había un núcleo especialmente eufórico cuyos máximos exponentes eran los dos David, Axelrod y Plouffe. Durante largos meses, habían dejado aparcadas sus vidas con un solo propósito: convertir a un senador por Illinois con apenas tres años de experiencia en Washington en el primer mandatario negro de la historia del país . Ellos capitaneaban el equipo que logró meterle un gol por la escuadra a la aparentemente imbatible formación con que contaba Hillary Clinton y que posteriormente destrozó al ejército que respaldaba al veterano combatiente John McCain . Cuatro años después, vuelven a ponerse el uniforme para enfrentarse a las huestes de Mitt Romney , el republicano que aspira a desalojar a Obama del Despacho Oval.

Obama calificó a Plouffe como el «héroe desconocido» de su campaña del año 2008

El candidato demócrata ha apostado por la continuidad de su guardia pretoriana. Las cabezas rectoras que le encumbraron responden nuevamente al toque de corneta, con un plus de experiencia en los vericuetos del poder puesto que muchos han desempeñado cargos en la Administración. Es el caso de David Plouffe , director de la campaña hace cuatro años y uno de los principales estrategas políticos de la Casa Blanca actualmente. El «héroe desconocido» de aquella campaña, tal y como lo definió Obama, había salido escaldado de las derrotas de otros políticos a los que asesoró en sus infructuosos intentos por alcanzar la Casa Blanca como los senadores Tom Harkin y Dick Gephardt e ideó una novedosa estrategia junto a su socio David Axelrod que condujo al triunfo al hombre con el que había empezado a trabajar en su lucha por conquistar un escaño en el Senado en 2004.

Su puesto como director de campaña lo ocupa ahora quien fuese su mano derecha hace cuatro años, Jim Messina , quien se desempeñó como jefe adjunto de Gabinete hasta que a comienzos de 2011 se mudó a Chicago para ponerse al frente del cuartel general para la relección del presidente.

Por aquellas fechas dejó también la Casa Blanca David Axelrod . Antiguo periodista del «Chicago Tribune» y fundador de la consultora AKP&D Message and Media, Axelrod ayudó a Harold Washington a convertirse en el primer alcalde negro de Chicago. A Obama le conoció a comienzos de los años noventa y fue su estratega en jefe en 2008, articulando el mensaje de cambio que le conduciría a la victoria. Tras las elecciones, Obama le nombró consejero superior de la Administración, cargo desde el cual coordinó al equipo de comunicaciones de la Casa Blanca. Revitalizar la ilusión generada por Obama hace cuatro años y volver a conquistar a la clase media decepcionada con el rumbo económico del país es el reto al que trata de hacer frente desde hace meses.

El núcleo duro de la campaña lo completan tres mujeres: Valerie Jarrett , Stephanie Cutter y Michelle Obama . Jarrett es una vieja amiga de los Obama, a los que conoció mientras trabajaba como jefa de staff del alcalde de Chicago Richard M. Daley. Abogada y activista civil, es uno de los tres consejeros superiores con que cuenta Obama y una de las personas que mayor confianza goza del presidente. Stephanie Cutter, antigua directora de comunicación del senador Edward Kennedy , ha sido jefa del gabinete de Michelle Obama y ahora sirve como estratega de campaña. En cuanto a Michelle, ha demostrado un fino olfato político y goza de una gran popularidad, muy por encima de la del presidente, quien no pasa por alto sus consejos.

Mormones y «neocons»

Para hacer frente a esa maquinaria, el candidato republicano ha construido un equipo entre cuyos valores prima la lealtad pero que parece estar agrietándose en las últimas semanas, a tenor de un informe elaborado por la web «Politico». La causa sería la actuación de Stuart Stevens, jefe de estrategia republicano que ha suscitado los recelos de otros altos cargos de la campaña con sus impulsivas actuaciones. Fue él quien dio el visto bueno a la intervención del actor Clint Eastwood en la Convención Republicana celebrada en Tampa, en la que sentó a un imaginario Obama en una silla para fustigarle por su labor como presidente. Una actuación que dejó en segundo plano al candidato y cuyos efectos fueron más nocivos para su campaña que otra cosa. Menospreció además el texto del discurso de Romney que le habían presentado y lo podó de arriba a abajo, algo que no sentó nada bien a sus autores primigenios.

reuters

«Todo cambia. Es casi como un Telesketch», dijo uno de los consejeros de Romney sobre el candidato

La prepotencia con que actúa Stevens está ahora en la picota, pero bien podría haberse convertido en el chivo expiatorio de las meteduras de pata de la campaña, la última de las cuales ha sido el vídeo grabado con cámara oculta en el que Romney insulta a los votantes demócratas . Claro que estas vienen de lejos. Ya en la época de las primarias, uno de los principales consejeros republicanos, Eric Fehrnstrom , tuvo que aguantar un chaparrón de críticas por la respuesta que ofreció cuando se le interrogó acerca de qué haría Romney para congraciarse con los moderados y los independientes tras escorarse a la derecha para lograr la nominación. «Todo cambia. Es casi como un Telesketch. Puedes agitarlo y volver a empezar desde el principio», espetó. Unas palabras que venían a abonar la opinión de quienes acusan a Romney de veleta.

Fehrnstrom sigue siendo uno de los grandes gurús de Romney. A su lado está Beth Myers, antigua protegida de Karl Rove, el hombre que llevó a George W. Bush hasta la Casa Blanca , y jefa de gabinete de Romney cuando este fue gobernador de Massachusetts. A ella el correspondió capitanear el equipo que acabó seleccionando a Paul Ryan como compañero de tícket. El círculo más íntimo lo completa Peter Flaherty, un católico de ascendencia irlandesa que ha servido de nexo entre Romney y los conservadores sociales.

El «Romney Team» incluye también a Mark Rhodes, administrador de la campaña; a Ed Gillespie, presidente del Comité Republicano Nacional; a Spencer Zwick, un mormón que opera como jefe de recaudación de fondos; o a Mike Levitt, exgobernador de Utah que dirigiría la transición presidencial en caso de que Romney ganase. Figuran asimismo un amplio número de veteranos de la Administración Bush como R. Glenn Hubbard , expresidente del Consejo de Asesores Económicos y apóstol de las rebajas de impuestos y la desregulación; Michael Chertoff , exdirector de Seguridad Nacional; Margaret Spellings, antigua secretaria de Educación; o Michael Hayden , exdirector de la NSA y la CIA. A ellos les corresponde la labor de lograr que Romney se convierta en el primer mormón que ocupa el Despacho Oval.

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