El ocaso del cartel de «Tío Pepe»

Un año y medio después de ser retirado de la Puerta del Sol, la reparación del luminoso y su ubicación en otra azotea se encuentran en punto muerto

El ocaso del cartel de «Tío Pepe» BELÉN DÍAZ

ADRIÁN DELGADO

27/10/2012
Actualizado a las 11:19h.

Al luminoso de Tío Pepe siempre le ha llovido encima. Lleva más de medio siglo aguantando el tipo a la intemperie, pero desde hace un tiempo ya no es el mismo. Sin más refugio que su chaquetilla y su sombrero cordobés, duerme al raso desguazado en cuatro partes en una nave de Alcalá de Henares . Allí espera un lavado de cara que no llegará hasta que no tenga una azotea sobre la que volver a brillar. «De eso, no hay noticias», dicen escuetamente desde González Byass .

Fuentes municipales aseguran que al cartel le han salido varias «novias» en Sol

Lleva así año y medio desde que fue descendido de la que había sido su casa, el viejo Hotel París de la Puerta del Sol. Fue desmontado bajo la «promesa» de volver a su emplazamiento las Navidades pasadas, pero todo indica que este año tampoco tomará las uvas. La bodega jerezana no encuentra una azotea para su luminoso. «Cuando lo encontremos, se sabrá», afirman fuentes de González Byass.

Sin embargo, fuentes municipales aseguran que al cartel le han salido varias «novias» en Sol. Se trata de dos azoteas pertenecientes a dos edificios de El Corte Inglés y a otra del bloque que hace esquina con la calle Mayor, justo encima de la pastelería « La Mallorquina ».

Mientras tanto, el cartel no se parece ni a la sombra de lo que fue. En su superficie ya no luce el esplendor del «Sol de Andalucía embotellado» y ahora hace compañía a las casetas de dos perros de la empresa de rótulos. «Lo que veis rosa era rojo intenso. La pintura está parda y desconchada», señala Guillermo Pérez . Es el responsable técnico de Spoluz, la empresa que devolverá la vida a lo que hoy no es más que un montón de chatarra oxidada.

Aún ajado, impresiona. Sus letras principales -las de «Tío Pepe»- miden 2,20 metros de ancho y pesan más de 100 kilos cada una. Están hechas de hierro fundido. «Levantad una si podéis», reta Guillermo. Y apostilla: «Encontrar una azotea en Madrid para él no debe ser fácil. Ten en cuenta que necesita más de 20 metros de ancho para poder ser instalado. Es enorme».

Chapa y pintura a mano

Pero, pese a su aparente robustez la chapa está muy «tocada». «Es un cartel hecho a la antigua usanza, con muchos remaches. No sabemos lo que va a pasar después de lijarlo. Habrá que repasar remache por remache y revisar los puntos de soldadura, que están que se deshacen», explica.

En julio concluyó el contrato entre las bodegas y la familia mejicana Díaz Estrada

Aun así, asegura que el resultado final será «muy bueno». «Hace años que no se trabaja con estos materiales. Ahora lo haríamos con vinilos y plástico. Sería mucho más ligero. Pero el deseo de las bodegas es conservarlo y así lo haremos. Solo sustituiremos las piezas que estén muy deterioradas, como algunas letras verdes, que son de otro material más blando», afirma.

El pasado mes de julio concluyó el contrato entre las bodegas y la familia mejicana Díaz Estrada, actuales dueños del edificio que Apple Retail Store S.L. lleva más de un año reformando. Desde entonces, González Byass busca una azotea que quiera soportar el «peso histórico» del luminoso. Antes del verano, el Ayuntamiento reconoció que estaba «atado de manos» en esta cuestión. «Se trata de un problema entre particulares», dijo entonces el delegado de Medio Ambiente, Antonio de Guindos. Ahora, recuerdan que, a pesar de su reconocido carácter histórico, el rótulo carece de protección alguna.

En mayo de 2010 -un año antes de ser desmontado-, el luminoso recibió un indulto municipal. La decisión, tomada cuando aún era alcalde de Madrid Alberto Ruiz-Gallardón evitó que fuera retirado en virtud de la Ordenanza de Publicidad Exterior de Madrid que acabó con 318 rótulos en la capital.

El de «Tío Pepe» se salvó por llevar más de 30 años en Sol y por formar parte de la proyección de la imagen de Madrid. Una imagen que algunos tratan de salvar pidiendo la declaración del luminoso como Bien de Interés Cultural. Una medida que, como su restauración y su ubicación final, también se ha quedado en agua de borrajas.