«De la revolución cubana quedan hoy restos dolorosos de un naufragio»
Testamento del excomandante y luego opositor Eloy Gutiérrez Menoyo, fallecido en La Habana
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El excomandante Eloy Gutiérrez Menoyo , fallecido este viernes en Cuba, tras haber estado preso por alzarse contra Fidel Castro y después de encabezar el exilio moderado en Miami, dejó escrito en su testamento que de la revolución sólo «quedan hoy ... restos dolorosos de un naufragio».
En el documento, facilitado a Efe por su hija, Patricia, residente en Puerto Rico, el excomandante hispanocubano expone su visión de la isla en la actualidad y cuenta que durante sus años en el exilio intentó convencer a Castro de la necesidad de un cambio en el país.
Pero lamentó que desde su regreso en 2003 no se le hubiera facilitado un documento de identidad ni un espacio político. «Se ha tolerado mi presencia, pero ello ha ocurrido bajo el ojo orwelliano del Estado» , señaló el opositor.
Tras insistir en la urgencia de «una apertura política», Gutiérrez Menoyo afirma que «hoy en día, sin perder mi fe en el pueblo cubano, denuncio que aquella empresa, llena de generosidad y lirismo, que situaría de nuevo a Cuba a la vanguardia del pensamiento progresista, ha agotado su capacidad sin concretarse en un proyecto viable».
Aseguraba también que asumía «la responsabilidad de este tropiezo, a la vez que me reafirmo en las ideas que en su inicio suscitaron la admiración de amplios sectores cubanos e internacionales».
«La voluntad de perpetuarse en el poder ha podido más que la fe en los mejores proyectos»
«La voluntad de perpetuarse en el poder de Fidel Castro ha podido en este caso más que la fe en la posible renovación de los mejores proyectos cubanos», agregó. Sobre la Cuba actual, que observaba en medio de su enfermedad, criticó que el Gobierno cubano «ha sido tenaz en su minuciosa labor de hacer invisible a la oposición , a la que coacciona y cohíbe a movilizarse»· Según Gutiérrez Menoyo, las autoridades no dejan duda de «su incapacidad para crear progreso» y como resultado «el cubano deambula sus calles como un ciudadano disminuido, inquieto, triste e insolvente».
La de hoy «es una Cuba desolada en la que el carácter ético del proceso de 1959 se ha hecho inexistente», agregaba Gutiérrez Menoyo, que consideró que «grandes sectores de la gente de a pie ya sabe de memoria que esta revolución ya no tiene sentido moral».
Sin embargo, aclaró que el propósito del documento no era hacer «un lamento pesimista». «No es ese su propósito, como no va en él ninguna forma de cólera, aunque me haga eco de estos duros quebrantos de la familia cubana a la que me uní desde mi niñez al llegar a Cuba como miembro de una familia de exiliados españoles republicanos».
Su optimismo, señalaba, «se basa en la fuerza telúrica de esta isla; en la ternura infinita de la mujer cubana; en el poder de innovación de la gente más sencilla. La herencia de perdurabilidad de la nación cubana resistirá todos los ciclones de la historia y a todos los dictadores», agregó.
Regreso del cubano errante
«La suerte llegará cuando el último cubano errante regrese a su isla. Cuando el último joven nacido en Madrid, en Miami o en Puerto Rico se reconozca en la isla», señaló.
Tras pedir benevolencia por posibles ofensas o falta de generosidad, afirmó que creía «haber servido a Cuba en diferentes etapas por encima de los errores de mi autenticidad» y que no consideraba haber sido «de los que permitieron el reverso del sueño que acabó en convertirse en la peor pesadilla».
Con lirismo, Gutiérrez Menoyo concluyó su testamento confiando en que la «suerte llegará» para Cuba: «Delgada, silenciosa y frágil como una mariposa llena de júbilo, como una señal para este pobre pueblo que merece algo mejor».
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