Uno de los principales objetivos de los "cazadores de planetas" es el de encontrar un mundo gemelo del nuestro. Es decir, un planeta con la misma masa (o parecida) que la Tierra y que esté, además, en la zona habitable de su estrella, la estrecha franja orbital en la que se da la temperatura exacta para que haya agua en estado líquido.
El mundo recién anunciado en Nature por Xavier Dumusque, de la Universidad de Ginebra, en Suiza, cumple, por lo menos, con uno de los requisitos. De hecho, su masa es prácticamente idéntica a la de la Tierra, y si la detección se confirma, será además el mundo más cercano al nuestro de todos los que se han descubierto hasta ahora. Desde que Michel Mayor y Didier Queloz descubrieran el primer exoplaneta en 1995, esta nueva rama de la Astronomía ha avanzado con pasos de gigante. Hoy, en efecto, tenemos ya una lista con más de 800 exoplanetas confirmados, a la que hay que sumar otros 2.300 (detectados por la sonda espacial Kepler) que están aún a la espera de confirmación oficial.
Entre los varios métodos actuales para detectar planetas fuera de nuestro Sistema Solar destacan dos: el de la velocidad radial, que mide los cambios en la velocidad de la estrella anfitriona debido al tirón gravitatorio de un planeta en órbita; y el método del tránsito, que mide las pequeñas variaciones en el brillo de la estrella cuando un planeta cruza por delante de ella, interponiéndose entre la estrella y la Tierra. Ambas técnicas, además, son complementarias, ya que la primera permite conocer la mása mínima del planeta y la segunda permite calcular su radio.
Lo que hace que este nuevo mundo sea tan especial es, pues, su masa y su proximidad a la Tierra. Alpha Centauri B es, en efecto (junto con su compañera Alpha Centauri A), la estrella más cercana a nuestro Sol, su vecina inmediata, a sólo cuatro años luz de distancia (cada año luz equivale a 9,6 billones de km.). Y es precisamente esta cercanía lo que convierte a esta estrella (y a sus posibles planetas) en un objetivo excelente para llevar a cabo investigaciones que resultarían imposibles en estrellas más lejanas.
Por ejemplo, la luz reflejada por el planeta podría permitirnos analizar con detalle su atmósfera (si es que la tiene), o incluso la composición de su superficie. Características que en la actualidad solo se pueden estudiar en planetas mucho más grandes que el nuestro.
Demasiado caliente
Por ahora, sabemos que el nuevo planeta está demasiado cerca de su estrella y que es, por lo tanto, demasiado caliente para ser habitable. Su periodo orbital (es decir, su año) dura 3,236 días terrestres. Sin embargo, su detección ha despertado un inusitado interés en la comunidad científica. Se sabe, de hecho, que donde hay un planeta es muy fácil que haya más, por lo que resulta raxonable suponer que el nuevo mundo tenga uno o más compañeros. Y que alguno de ellos sí que se encuentre en la zona habitable.
Detectado por el método de la velocidad radial (o espectroscopía Doppler), el planeta fue localizado midiendo los efectos de su gravedad sobre el movimiento de la estrella. Algo extremadamente dificil para un planeta tan pequeño y que requiere del uso de instrumentos extremadamente precisos. Dumusque y su equipo utilizaron el espectrógrafo HARPS de uno de los telescopios del Observatorio Europeo del Sur, en Chile.
Y a pesar de que el HARPS es uno de los espectrógrafos más estables que existen, los investigadores tuvieron que extraer de los datos la señal concreta del planeta, en medio de un gran número de otras señales producidas por la actividad de la propia estrella. Fue como buscar una aguja en un pajar. Para ello, filtraron el conjunto de señales recibidas a través de 23 parámetros diferentes relativos a las variaciones en la actividad de la estrella. Y fue así como al final consiguieron aislar la señal procedente del planeta.
Los datos están aún pendientes de revisión y confirmación, por lo que habrá que esperar aún algún tiempo para estar completamente seguros del hallazgo. Solo si otros análisis independientes, llevados a cabo por otros equipos de astrónomos en otros observatorios, coinciden, podremos estar totalmente seguros de haber encontrado el planeta más próximo a nuestro Sistema Solar.
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