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El clásico español, probablemente el partido de fútbol más exclusivo del planeta, pasa a ser de todo menos eso, convertida la cita de este domingo (19.50 horas) en una reunión muy meditada con evidentes tintes políticos. Se juegan el Barcelona y el Real Madrid tres puntos que pueden ser trascendentales, pero se escriben previas sin que se hable de deporte, a la espera de quién gritará más alto aquello de "independencia" mientras las cámaras busquen la sonrisa cómplice de las autoridades, que esta vez sacan codos por ir al palco. Esta tarde, en el Camp Nou, se celebra un clásico con aires de mitin.
Ahí se sentará orgulloso Sandro Rosell, presidente del Barcelona que habla sin hablar, reservado ante el panorama que se dibuja en Cataluña. Él no opina cuando se le pregunta, un sí pero no para no herir sensibilidades: "El Barça es parte de la sociedad catalana y siempre defenderemos lo que opine la mayoría, respetando también las minorías. Queremos que nos acepten tal como somos. Siempre defenderemos el derechos de los pueblos a decidir su futuro", dijo recientemente. Sí ha remarcado que en el caso de que Cataluña obtenga la independencia el Barça seguiría jugando en la Liga, la LFP como él la llama para no mencionar la palabra España.
Pero sin postularse dice cosas y hoy viste al Camp Nou con una bandera catalana enorme, un mosaico con 98.000 cartulinas en donde se formará la "Senyera" poco antes de que empiece a rodar el balón. Es verdad que siempre se llevan a cabo este tipo de iniciativas cuando el Madrid se acerca por el Camp Nou, pero nunca ha sido tan eminentemente catalán. Desde el club se justifican y defienden la iniciativa asegurando que no se pretende ofender y que no hay símbolos independentistas, pero sucede justo ahora.
Rosell había rebajado un poco el discurso institucional de los últimos años, mucho más vehemente en la era de Joan Laporta porque el expresidente sí se manifestaba sin problemas sobre política y ahora defiende su escaño en el Parlament catalán. La nueva directiva se alejó de esa postura y, prudentemente, el Barcelona no acudió como entidad a la manifestación independentista de la pasada Diada, hace menos de un mes. Sí fueron Sandro Rosell y otros directivos a título personal.
Al lado de Sandro Rosell estará Artur Mas, presidente de la Generalitat que analizará la situación y le servirá para medir el pulso del pueblo catalán. Con las elecciones a la vista, y mientras se debate sobre un posible referéndum o consulta, cualquier movimiento sirve para estudiar la situación. Se entiende que buscará rápidamente los micrófonos para valorar la reacción.
Se espera un previo caliente, con actos por los aledaños del Camp Nou y con cánticos improvisados en donde se entonará el "In, inde, independencia". Entre el aluvión de banderas esteladas ( la independentista), a los 17 minutos y 14 segundos de cada parte se agitará la grada y la prensa internacional está expectante con ese momento porque se cantará el himno catalán en conmemoración del 11 de septiembre de 1714. El clásico traspasa fronteras.
A los futbolistas también se les pregunta al respecto y Xavi Hernández, voz autorizada del vestuario del Barcelona, segundo capitán y referente de la grada, opinó sobre el mosaico de la discordia. "Me parece muy bien, es lógico y normal. No es la primera vez. Me parece fenomenal. El Barça representa a Cataluña y esto no es una novedad. Me parece bien, muy bien". En la misma línea, aunque recordando que esto no es más que un partido de fútbol, habla Tito Vilanova. "Banderas catalanas hay siempre. Mosaicos se han hecho muchísimas veces. Vemos otras banderas en otros campos y no pasa nada".
Pero hay quien piensa que es más que un enfrentamiento deportivo. Gerard Piqué, mientras se recupera de sus dolencias en el pie, regaló una frase a Sports Illustrated que avivó el fuego y de la que luego se desdijo: "La rivalidad es realmente fuerte y no solo por temas de fútbol entre el Madrid y el Barcelona. La rivalidad también es Cataluña-España. Por eso en cada partido hay tanta tensión, tanta lucha. Creo que nos tendríamos que calmarnos un poco".
En Twitter, trató de apagar el fuego: "Yo solo dije que el Barcelona-Madrid cada vez más se asocia a un Cataluña-España y esto no debería ser así. Solo es un partido de fútbol. Qué ganas tiene la gente en malinterpretar declaraciones mías para crear más crispación justo antes del clásico". Piqué, en su día, quiso recoger una Copa del Rey con una estelada en la cintura.
Meten cuchara también los políticos, que este es su terreno, y Felip Puig, el consejero de Interior catalán, recuerda que nadie debe ofenderse con las banderas independentistas porque él no se siente así cuando va al Bernabéu y ve banderas españolas, "constitucionales y preconstitucionales". Aquí hablan todos, pero nadie de fútbol.
