Deon Meyer: «La novela negra colma el anhelo de justicia de los seres humanos»
El novelista surafricano, referente del thriller de hoy, publica en España uno de sus clásicos: «Safari sangriento»
mauuel de la fuente
Deon Meyer adora las motiocicletas (de hecho, trabajó para BMW), fue periodista, y tampoco le hace ascos a un buen partido de rugby. Vende libros por miles (superó en las listas francesas a Stieg Larsson , por ejemplo), en un género, la novela ... negra, que extiende sus fructíferas raíces por casi todo el mundo.
Pero, además, Meyer adora España . Vive a miles de kilómetros de nosotros, en la costa este de Suráfrica , pero ama a nuestro país. De los visigodos al jamón, de los califas al chorizo. Sin olvidar la Guerra Civil en la que también participaron algunos de sus paisanos, como el poeta Roy Campbell , que consiguió salvar un puñado de manuscritos originales de San Juan de la Cruz que le entregaron unos carmelitas antes de ser fusilados. De hecho, el escritor asegura que se siente «más cerca de un español que de un alemán», y dice que, entre otras cosas, nuestros dos países comparten algo que nos viene del cielo: el sol.
Meyer es uno de los más afilados cronistas de la vida exuberante y rompiente de su país. Y lo hace a través de sus novelas, sus thriller , en los que aparte del muerto imprescindible hay referencias a la corrupción, a la lucha medioambiental, a la indiscriminada caza furtiva. Reflejo de este país colosal y de sus desajustes es «Safari sangriento» (Ed. RBA), un thriller apasionante, reseco y polvoriento, amargo a veces, subyugante en cada página. Es la quinta novela de las ocho que ha publicado que han sido traducidas a más de veinte idiomas.
Suráfrica, la bella
«Suráfrica es un un país de una gran belleza, belleza que se debe, sobre todo, a su gran diversidad, ecológica, cultural, climática, idiomática... Es una tierra en la que se funden culturas como la india, malaya, negra, la europea en once lenguas distintas. A pesar de la crisis es un país muy dinámico, con una economía muy poderosa. Además somos una democracia muy joven , una de las más jóvenes del mundo. Creo que los ciudadanos surafricanos están llevando muy bien este sistema democrático que nos ha llevado a través de distintas fases de desarrollo en las que hemos superado muchísimos retos y muchos cambios, aunque haya habido errores».
No olvidemos, que en los últimos treinta años, dos surafricanos, J. M. Coetzee y Nadine Gordimer han ganado el Nobel de Literatura , algo que nos es de extrañar, porque tal y como cuenta Meyer, en su país «artística y culturalmente se ha producido en los últimos años una energía creativa muy grande, una auténtica explosión».
Cabe entonces preguntarse si tras aquel tiempo terrible de apartheid ya ha nacido un nuevo modelo de surafricano. «Es difícil contestarlo. Me preocupa por ejemplo que el nacimiento de esta nueva Suráfrica, con una vida urbana de clase media, más europea o americana que africana, ha llevado a que se pierdan algunas culturas diferentes y peculiares, sobre todo las de origen africano. Pero creo que era un sacrificio que debíamos hacer».
Rubios y negros
Ojos azules, pelo tirando a rubio, no podemos dejar de preguntarle al escritor: ¿Cómo es un africano blanco? Lo primero es su sonrisa («Como un ciudadano muy confuso»), luego el entendimiento: «Primero me veo como un surafricano de novena generación, y puedo decir que amo mi país y mi continente como cualquier ciudadano negro».
La novela negra se ha convertido en un género muy apropiado para la denuncia social. Como en este libro de Deon Meyer. El autor lo tiene claro: «El mundo en el que vivimos es cada vez más complejo, desordenado y caótico. Pienso que en general la gente sabe lo difícil que resulta que se haga justicia y precisamente creo que la novela negra aporta esa justicia y ese orden al caos en que vivimos. Creo que la novela negra colma la necesidad del anhelo de justicia que tiene gran parte de los seres humanos».
Inspiración en la selva
Su héroe no es un cachas y aunque tiene un pasado más que oscuro como antiguo policía es un guardaespaldas tan certero como discreto, un tipo llamado Lemmer encargado de proteger a una mujer de clase alta que busca a su hermana desparecido mucho tiempo atrás. El tal Lemmer tuvo un nacimiento curioso. «Empecé con esa historia hace catorce años, escribí cincuenta folios y no me convencieron. Cuatro años después estaba con unos amigos haciendo un viaje en moto por uno de nuestros parques naturales. Íbamos fuera de las carreteras, por el campo, como exploradores, y allí empezaron a desvelárseme las ideas que necesitaba. Para mí, es la propia historia la que determina al personaje. Pero sí, puedo decir que Lemmer nació sobre una moto y en la selva».
Tal vez, cambiemos la moto por un caballo y Lemmer quizá sea un vaquero más allá del Pecos. «Sí hay muchas semejanzas entre las novelas negras y las historias del Oeste . En las novelas de vaqueros siempre hay un tipo solitario y vagabundo que llega a la ciudad dispuesto a poner orden. Y en los thriller a menudo aparece ese mismo tipo solitario y forastero que acabará por hacer justicia».
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