Irán, tres décadas a la espera del ataque israelí

La intervención de Benjamin Netanyahu -que junto a su ministro de Defensa, Ehud Barack , es el gran impulsor del ataque- en la Asamblea General de las Naciones Unidas ha servido para abrir el debate sobre la «línea roja» que Israel quiere trazar en el programa nuclear iraní y cuya violación supondría el inicio de la ofensiva.

«Es imprescindible el acuerdo previo entre Obama y Netanyahu sobre esta línea roja que la república islámica no debe cruzar, es la única forma de ser más efectivos en la presión a las autoridades islámicas», señalaba Eytan Gilboa , director de la Facultad de Comunicación de la Universidad Bar-Ilan de Israel, en un artículo reciente publicado en el diario «Jerusalem Post».

Desde el Estado judío nunca han confiado en la capacidad disuasoria de las sanciones, pese a que las actuales han obligado a Teherán a volver a la mesa de negociación y ofrecer públicamente una suspensión del enriquecimiento de uranio al veinte por ciento, muy lejos del noventa por ciento que se precisa para la obtención de la bomba.

Washington da una de cal y otra de arena, pero pocos dudan de un apoyo firme en caso de que el socio judío dé el primer paso. El jefe del Estado Mayor estadounidense, general Martin Dempsey , ha repetido en varias ocasiones que no desea que sus fuerzas sean cómplices de las israelíes en esta ofensiva.

Una postura militar, reforzada por los informes de la inteligencia y de los inspectores de la Agencia Internacional de la Energía Atómica (AIEA), que niegan la capacidad de Irán de fabricar la bomba. Los políticos responden diciendo que «EE.UU. hará lo que tenga que hacer» para evitar un Irán con armas nucleares, tal y como recalcó Barack Obama en su intervención en el estrado de la ONU. Un discurso ambiguo condicionado por el peso que el lobby judío tiene en la política doméstica, sobre todo en esta época de campaña electoral.

Expertos en Irán como Luciano Zaccara , Director del Observatorio Electoral de la UAM, piensan que «este tipo de episodios se repiten habitualmente desde mediados de la década de los noventa, cuando se reanudó el programa nuclear iraní. Desde entonces se ha podido ver que en numerosas ocasiones se ha advertido de que Irán se encontraba cerca de tener la bomba nuclear, y los discursos belicistas se han repetido en foros internacionales».

Una forma de pensar compartida por el profesor Muhammad Sahimi , de la Universidad de California del Sur, para quien «la decisión de atacar no está tomada porque todos informes de la inteligencia y militares americanos hasta la fecha son contrarios. Queda margen para la negociación porque EE.UU. no busca la rendición incondicional iraní y ya ha empezado a tratarle como toda una potencia regional».

Pese a la aparente falta de acuerdo con EE.UU., en los medios israelíes se ha adelantado el plan de ataque de sus fuerzas en una acción unilateral que, en caso de producirse, «desencadenaría la Tercera Guerra Mundial porque muchos países se verían después obligados a tomar parte», según declaraciones al canal oficial iraní en árabe Al Alam del general Amir Ali Hayizadeh, comandante de la División Aeroespacial del Cuerpo de Guardianes de la Revolución iraníes.

Un documento filtrado por el Ejército judío a Richard Silverstein, autor del blog «Tikun Olam» , dedicado a proteger la democracia israelí y a denunciar los abusos de la seguridad nacional, recoge el borrador del diseño de una operación con dos fases.

El primer paso será un golpe cibernético para aislar los sistemas de comunicación del régimen y posteriormente se lanzarían «cientos de misiles» desde suelo israelí y submarinos en el Golfo contra las instalaciones nucleares (Arak, Isfahan y Fordo son los tres objetivos prioritarios) y centros militares importantes como las bases subterráneas de misiles de Jorramabad e Isfahán.

Solo después de este primer movimiento, y tras analizar el alcance de los daños causados a través de imágenes vía satélite, se procederá al envío de aviones .

Esta estrategia de un ataque complejo y en varias fases es defendida también por expertos como Mark Hibbs, que en su último artículo en «Arms Control Wonk», rechaza la idea de «un ataque quirúrgico al estilo del realizado en 1981 contra el reactor de Osirak en Irak. Contra los iraníes, Israel deberá emplear opciones múltiples desde los misiles, a los aviones no tripulados e incluso el despliegue de comandos de las fuerzas especiales».

El borrador de Silverstein no recoge el plan de respuesta diseñado por las autoridades judías ante la reacción de Irán. Ehud Barack ha declarado en varias ocasiones que «una guerra no duraría más de un mes y provocaría como máximo 500 víctimas» israelíes. Pero autores como James Petras, autor de «La revuelta árabe y los contraataques imperialistas», describe en un artículo publicado en el diario egipcio «Al Ahram» una reacción con ataques balísticos con destino Israel desde territorio iraní, libanés y sirio «contra centros de población, con lo que al final serán los civiles quienes paguen la arrogancia de sus dirigentes» .

Las autoridades de Israel parecen dispuestas a dar luz verde al ataque en nombre de la seguridad de su estado ¿pero cuándo? «No se pueden atacar las instalaciones nucleares mientras haya personal de la AIEA observando el trabajo de los iraníes», defiende Mark Hibbs. En su artículo titulado «Inspectores en riesgo en Irán» recuerda cómo en 2003 se ordenó a los enviados del AIEA abandonar Bagdad días antes del ataque.

En la república islámica los inspectores tienen acceso a 16 instalaciones y trabajan de forma regular en Fordo, Isfahán y Arak, las tres consideradas claves para el proceso de enriquecimiento y que son los primeros objetivos en la lista de Israel. La retirada de la AIEA, por tanto, podría ser la primera señal de un riesgo real de guerra.