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Muse, la redefinición del rock más vigorizante

El trío de Matthew Bellamy enardece el Rond House de Londres con la presentación de su nuevo álbum, «The 2nd Law»

ANA MELLADO

Desgarradores, grandilocuentes y vigorizantes. El fenómeno Muse es inexplicable y ayer, una vez más, volvieron a definirse como esa parábola del rock que aúna con elegancia a las viejas glorias musicales de las últimas tres décadas. La expectación en el alternativo barrio londinense de Camden era máxima. Tarea imposible vislumbrar el final de la cola que amurallaba la Round House, un antiguo depósito de motores ferroviarios, convertido en sala de conciertos.

Bajo un halo de secretismo e incertidumbre, los tres reyes de la costa de Devon habían ido suministrando con cuentagotas algunos de los retazos de su último trabajo, «The 2nd Law» . En la víspera de la presentación oficial de su sexto disco, la operática voz del mesías Matt Bellamy encendía el fulgor en una sala en la que 3.000 fans calmaban su sed de nuevos éxitos, al mismo tiempo que ponían el broche final del iTunes Festival 2012 .

A falta de 10 minutos para las nueve de la noche, los primeros acordes de una guitarra y un bajo contundentes reventaban la Round House, con un espectacular despliegue audiovisual. Aparece un Matt Bellamy, solemne, enfundado en un traje negro de pedrería, derrochando su épica habitual desde el primer minuto. Suena Supremacy, el tema que encabeza su último álbum, donde melodía y voz luchan por hacerse con el control.

La escenografía se cuida al máximo. Cinco pantallas proyectan un espectacular juego de luces y símbolos, combinados con la letra de algunos de sus temas y primeros planos de los tres artífices corriendo de un lado al otro del escenario, para que la masa enfervorizada no pierda detalle.

Reinvención musical

Al público, lo encandilan con una reinvención musical que no ha perdido ni un ápice de su rock contundente y su espíritu apocalíptico. Con el recién estrenado «Animals», el tema contra los especuladores de la crisis , o «Save Me», una de las canciones, junto al salvaje «Liquid State», compuestas por Wolstenholme en el último álbum, Muse acalla a los que osaron poner en duda la genialidad de su nuevo trabajo. Bellamy, aquel chaval bajito, delgado y con el pelo teñido de azul que más tarde pasaría a capitanear una banda que sólo despierta amor u odio, cambia de guitarra en cada canción y se desgarra en cada paso a rozando el éxtasis.

Acallaron a los que osaron poner en duda la genialidad de su nuevo trabajo

Fieles a su estilo grandilocuente, con la segunda ley de la termodinámica como hilo conductor de su nuevo trabajo , vuelven a erigirse como los implacables expertos en conmocionar a la masa e inyectarle una buena dosis de vigor y valentía. Imperan las melodías adhesivas que evocan a Queen , coquetean con el funk clásico y electro pop, dando rienda suelta a esa heterogeneidad a la que nos tienen acostumbrados. En «Madness», predomina la electrónica minimalista en vez de los grandes artificios. En la etérea «Follow me» la electrónica y la visión excesiva del rock se funden magistralmente.

La sala se funde a negro. La armónica de Wolstenholme evidencia que no es el final. Todavía están allí, quieren recordar quiénes son. Se salen del guión y rescatan algunos de sus himnos. Vuelan a los tiempos de «Knights of Cydonia». Estelar la interpretación de «Uprising», la primera canción de su último disco, «Resistance». También rescatan una soberbia versión de «Starlight», con la que Wolstenholme hace partícipe al auditorio ofreciéndole su micrófono.

En «The 2nd law», que presentarán el próximo 20 de octubre en el Palacio de los Deportes de Madrid , en la que será la única actuación en España dentro de su de conciertos en grandes recintos europeos, todavía hay ecos de los Muse más densos. Su mayor exponente es «Survival», el tema con el que remataron la hora y cuarto de concierto , que revivió el espíritu olímpico que rezumaba Londres este verano. Fue el tema escogido por la organización de Londres 2012 como el himno oficial de los Juegos Olímpicos . La letra versa sobre la convicción total y la determinación pura por ganar. A ritmo de la melodía de un piano blanco de cola, miles de brazos corean la canción en un una noche explosiva de música en letras mayúsculas

A la salida las camisetas de Muse, a 30 libras la pieza, se convierten en la pieza más codiciada del merchandising moderno. Nadie quiere olvidar un espectáculo faraónico y llegar a plantearse si lo vivido fue real.

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