Buscando la casta en Las Ventas

Deslucido resulta el concurso de ganaderías: ninguna de las reses propicia el deseado tercio de varas; los novilleros se muestran voluntariosos pero inexpertos, con los aceros.

La atención se centra en los novillos. El cárdeno de Partido de Resina cumple en el caballo, es noble pero soso, no transmite. Miguelín muletea correcto pero falla con el descabello. El cuarto, de Cubero-Buendía , hace una pobre pelea en varas, llega a la muleta parado, sin emoción. Recibe Miguelín un golpe en la cara y mata mal.

El segundo, del Jaral de la Mira , derriba al caballo y galopa de lejos, en la tercera vara; es noble pero aplomado. Raúl Rivera , que ha banderilleado desigual (los tres pares por la izquierda), muletea con oficio. El quinto, un sobrero jabonero de Aurelio Hernando , sustituye a otro de la misma ganadería, lesionado en la mano. No quiere caballo pero mete bien la cabeza. La faena de Rivera es animosa, populista. Recibe un palotazo en el brazo al matar y pasa a la enfermería.

El tercero, de Alonso Moreno de la Cova , esperado con ilusión, es devuelto por flojo: gran decepción. El sobrero, de Casasola , es un mansurrón que embiste sin clase. Escobar está tranquilo, por encima del novillo. El último, un Coquilla de Sánchez Arjona , es un manso con genio, que no se deja picar y pega arreones. Alberto Escobar , animoso, le planta cara.

El concurso, lógicamente, queda desierto. Se clausura así el ciclo dedicado a los encastes llamados «minoritarios» (los que están en grave riesgo de desaparición porque casi nadie quiere torearlos). Hay que defender la conveniencia de este ciclo. Los aficionados han podido discutir sobre veraguas y santa colomas, coquillas y urcolas... Si el arca estuvo perdida tanto tiempo, hasta que llegó Indiana Jones , vale la pena seguir buscando la casta perdida.