Los desahucios se ceban ahora con las rentas altas
El número de ejecuciones hipotecarias para las familias con mayor poder adquisitivo creció un 200% en el primer semestre
El número de desahucios se ha disparado en España desde el comienzo de la crisis. Las ejecuciones hipotecarias se incrementaron durante el primer trimestre del año y alcanzaron la cifra récord de 517 diarias. Normalmente, se asocian estos procesos de embargo con los estamentos más frágiles de la sociedad, las clases bajas, donde el impacto de la crisis ha sido mayor. Pero según la Asociación de Afectados por Embargos y Subastas (Afes), la tendencia ha dado un giro imprevisto: el número de empresarios y las familias de rentas altas que han tenido que afrontar el desahucio de sus bienes ha aumentado «masivamente» un 200% durante el primer semestre del año.
Este dato está directamente ligado a una de las caras más visibles de la coyuntura económica: la destrucción de compañías. La organización advirtió en un comunicado de que la mayor parte de los afectados son empresarios o familiares de empresarios .
A diferencia de lo que sucede en las zonas más humildes, las consecuencias se han manifestado ahora, después de un largo periodo de desgaste desde que comenzara la crisis en 2008. «Las familias de rentas más altas han podido resistir la pérdida de empleo de uno o más miembros de la familia durante algún tiempo gracias a su solvencia económica o venta de propiedades. P ero el tiempo ha acabado agotando sus recursos y ante la imposibilidad de seguir estirando su presupuesto, ahora encuentran problemas para seguir adelante», indica el texto recogido por Ep.
Cronología de los embargos
Uno de los motivos que han propiciado este repunte de las ejecuciones es la práctica común por parte de muchos autónomos de avalar las operaciones de refinanciación de deudas con sus propios bienes .
Hasta llegar al vértice de las rentas altas, los procesos de embargo han seguido una evolución gradual, siguiendo una clara jerarquía , desde la clases más desfavorecidas hasta enraizar en las más elevadas.
Así, según Afes, la población inmigrante fue el «colectivo que perdió antes su empleo», llevándola a una «situación de desarraigo». A continuación, los desahucios se multiplicaron entre las familias españolas, de entre 35 y 45 años, con la vivienda como única propiedad y, normalmente, hijos a su cargo. En el penúltimo eslabón de esta cadena (anterior a las rentas altas) se sitúa el avalista, el «más perjudicado por el azote de la mora hipotecaria». La organización ilustra esta figura como los padres que avalaron a sus hijos. Estos últimos, al no poder afrontar el pago de la hipoteca, se han llevado por delante las propiedades de sus progenitores e, incluso, sus pensiones.
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