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La desaceleración de China amenaza con agravar la crisis mundial

Durante el segundo trimestre, el gigante asiático creció un 7,6%, el nivel más bajo de los tres últimos años

PABLO M. DÍEZ

China, la segunda economía del mundo en términos brutos y la más dinámica desde que se abrió al capitalismo hace ya tres décadas, también empieza a acusar los efectos de la crisis. Durante el segundo trimestre, su Producto Interior Bruto (PIB) creció «solo» un 7,6% con respecto al mismo periodo del año anterior. En cualquier otro país, dicha cifra sería saludada como un milagro, pero los expertos coinciden en que el gigante asiático debe crecer por encima del 7% para generar empleo y seguir desarrollándose. De hecho, estos datos suponen el crecimiento más bajo de los tres últimos años, cuando la crisis impactó de lleno en la «fábrica global» y se perdieron 20 millones de puestos de trabajo en pocos meses, lo que obligó a Pekín a invertir cuatro billones de yuanes (518.231 millones de euros) en un ambicioso plan al más puro estilo «New Deal» de Roosevelt para reactivar su economía.

«Después de tres décadas de desarrollo vigoroso, la economía china ha entrado en un periodo de transición y la potencial tasa de crecimiento caerá», advirtió el portavoz del Buró Nacional de Estadísticas, Sheng Laiyun.

Desaceleración artifical

Ante los problemas que atraviesan Estados Unidos y la Unión Europea, el resto del planeta mira a China como la única locomotora que puede tirar de la economía global, pero no hay que olvidar su desaceleración ha sido provocada por el Gobierno durante los dos últimos años para enfriar su sobrecalentamiento, controlar una inflación galopante y frenar la peligrosa burbuja inmobiliaria. Ante el temor de que tales medidas estén minando la inversión y el consumo , Pekín ya ha empezado a relajar su estricto control sobre los préstamos bancarios y el mes pasado rebajó dos veces los tipos de interés.

El Gobierno chino ha provocado la desaceleración para enfriar la economía y su burbuja inmobiliaria

Y es que la inversión en el sector inmobiliario, uno de los más claros síntomas de la robustez china , ha ascendido durante la primera mitad del año a 3,06 billones de yuanes (393.000 millones de euros). Aunque dicha cifra supone un incremento del 16,6%, representa casi la mitad del 32,9% registrado en 2011.

Por su parte, el consumo también se muestra algo alicaído porque las ventas al por menor han crecido un 14,4%, algo menos del 16,6% del año pasado. Como consecuencia, las importaciones han crecido la mitad que en mayo (6,3%). Algo similar ocurre con la producción industrial, cuya subida del 10,5% se sitúa por debajo del 14,3% que logró en los seis primeros meses de 2011. En junio, las manufacturas alcanzaron su nivel más bajo en los últimos siete meses.

Menos consumo de petróleo

La ralentización de la economía china, que ha reducido sus importaciones de petróleo, acero y cobre, amenaza con afectar a sus países proveedores . Por ese motivo, el Banco de Desarrollo de Asia ha rebajado unas décimas sus predicciones de crecimiento para todo el continente –del 6,9% al 6,6%— y para China, del 8,5% al 8,2%.

A pesar de estos datos, algunos expertos creen que la economía repuntará en la segunda mitad del año gracias al estímulo del Gobierno, ya que la inflación está relativamente baja (2,2%). En unos meses muy sensibles por el relevo en la cúpula del Partido Comunista en otoño, el autoritario régimen de Pekín aún tiene cierto margen de maniobra para impulsar su economía sin disparar unos precios que ya son prohibitivos para buena parte de los chinos, lo que podría alterar la estabilidad social.

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