De versos y cañas por la Prospe
María M. Bautista, una poeta a no perder de vista
Dice que le cuesta mucho escribir. Que su cabeza bulle de imágenes y sensaciones, pero que las palabras se resisten a expresarlas, que casi se las tiene que arrancar de su jovencísimo y veinteañero corazón. Para perderle el miedo y para no perder ripio de lo que imagina, María M. Bautista se entrena en un blog delicioso, La ceguera de Piero .
Adora el arte y los viajes, y aunque le cueste escribir lo hace como en un suspiro. Con palabras precisas y preciosas, engarzadas suavemente, y tiene incluso la osadía de dejarte en las puertas de tu oído versos que cortan la respiración: «No me gusta la poesía, porque me quita el sueño y ensombrece mis ojos y mis horas» .
Buscando el don de la ebriedad
María escribe despacio, y pasea por las ciudades nuevas o por las viejas calles de su barrio, «la Prospe» , en los Madriles, como una buena hija al lado de una buena madre, por esas viejas calles que se pateara Gabriel Celaya , y donde Claudio Rodríguez hacía suyo el don de la ebriedad.
María es concisa, y escribe discretamente, como si temiera molestar. Pero eso son cosas de cría. Que no, que nos nos molestas María, sino todo lo contario, porque escribes como quien deshoja, con sosiego, una margarita. Como has hecho en este relicario de suspiros que es tu libro: «Primera noche en las ciudades nuevas» (Monosabio).
Hablas de pintores y de calles, de Dostoyevski y de la lluvia, de Rafael y de vampiros, de caballos y de magos, de las mañanas y ciudades que solo has visto en sueños, del Metro, de la periferia, de los acantilados que invitan al vuelo de los hombres valientes, Kelibia y Mahdía, probablemente con tu padre de la mano... Dices que te cuesta escribir, pero no nos engañas. Porque tus versos son como las uvas de una vendimia de ternura y de inocencia, porque escribes con la verdad y con el ritmo de los pájaros.
No mientas María, no te cuesta escribir, es solo discreción, sencillez y honestidad, que no quieres que se sepa que por tus venas corre como un torrente refrescante el aliento de los grandes poetas como Amalia , como Julio ... que podrían ser tus padres sin ir más lejos...
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