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El río Lozoya es una pequeña joya para los madrileños. Tanto, que en 1858, y a cargo de Sabino de Medina —el entonces escultor de la Villa— se construyó una alegoría del río que da de beber a los ciudadanos. Se trata de la Fuente del Lozoya, emplazada en la arteria Bravo Murillo, 49. Está adosada a uno de los muros del Primer Depósito del Canal de Isabel II, construido entre 1853 y 1859 y proyectado por el ingeniero Juan de Ribera Piferrer para traer agua desde dicho río hasta la capital.
Según el Canal, la fuente provoca humedades en el archivo que hay detrás
«Es una pena que no se arregle. Quizá con tantos recortes, ahora no es el mejor momento, Pero es que lleva años y años sin que sea una fuente de verdad», explica María Teresa Valle de 58 años, una vecina del barrio. Según pudo saber este diario hace unos meses, la fuente del Lozoya, propiedad del Canal, está en desuso porque «provoca humedades en las dependencias que tiene detrás» —el Archivo Central del Canal—. Al parecer, se desconoce dónde están las tuberías para solucionar el problema.
Valor arquitectónico
Muchos aseguran que la Fuente del Lozoya es una pariente lejana de laFontana de Trevi (Roma). Y es que, según explican los expertos, se trata de una fuente muraria con un toque romántico. Aquí, el río está personificado en un joven de esbelta línea, que pisa con uno de sus pies una vasija sobre sobre un conjunto de rocas, que da forma a una cascada.
Hace once años, la escultura se restauró con motivo del 150 aniversario del Canal de Isabel II. Al parecer, ha sido la única vez —tras el cierre en 1894 por filtraciones— que de la fuente manó agua, de una manera que encandiló a los que pudieron disfrutar del espectáculo. Sin embargo, al día siguiente hubo que cortarla, pues el agua se salía por las juntas, empapando la calle.
Quizá la fuente no luzca como muchos querrían, pero recuerda a los ciudadanos que el río Lozoya está en nuestros grifos y en nuestra arquitectura.