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Bruselas rebaja las expectativas sobre la capacidad de la cumbre para frenar la especulación

«Pensar que después de una cumbre se calmarán los mercados, es voluntarismo ingenuo», asegura Barroso

Bruselas rebaja las expectativas sobre la capacidad de la cumbre para frenar la especulación reuters

Enrique serbeto / juan pedro quiñonero

Aunque el comisario de Asuntos Económicos, Olli Rehn, explicó ayer que en la reunión de París con los ministros de Economía de Francia, Alemania, Italia y España «se ha trabajado para permitir la estabilización a corto plazo de los mercados, especialmente de los Estados miembros del euro bajo más presión, su superior, el presidente de la Comisión Europea, José Manuel Barroso, se apresuró a decir que no se pueden esperar milagros de la cumbre de hoy y mañana: «sería un error pensar que después de una cumbre se calmarán los mercados, eso es voluntarismo ingenuo. El problema necesita tiempo y lo que yo espero es una orientación, una línea que elimine cualquier duda sobre la irreversibilidad del euro».

El presidente de la Comisión se reunió ayer con el del Parlamento Europeo, el alemán Martin Schultz , para proponer a los líderes que mañana se reúnen en el Consejo Europeo un «acuerdo interinstitucional» que garantizaría una tramitación rápida de cualquier decisión, pero sin perder de vista que es muy posible que ese acuerdo no se produzca. Teniendo en cuenta las posiciones de los principales actores, los temores de Barroso tienen muchas posibilidades de convertirse en realidad.

Merkel, jarro de agua fría

La propia canciller alemana, Angela Merkel, se ha encargado de rebajar las expectativas: «Me temo que en la cumbre se va a hablar demasiado sobre estas ideas de la responsabilidad solidaria y muy poco acerca del refuerzo de los controles y de las reformas estructurales» dijo en un discurso ante el Parlamento alemán. «Los eurobonos no solo son inconstitucionales en Alemania sino que además son económicamente contraproducentes». Aunque no llegó a afirmar como el martes en una reunión de partido a puerta cerrada que no habrá eurobonos «mientras viva» , dejó bien claro que “la responsabilidad solidaria sólo puede ocurrir cuando los controles sean suficientes”.

Más tarde, la canciller y François Hollande tampoco fueron capaces de resolver sus numerosas divergencias durante una cena de trabajo, en el Elíseo, destinada a «armonizar» las posiciones francesas y alemana ante una nueva Cumbre europea que pudiera estar hipotecada a esas diferencias de fondo. Sonrientes pero sin tutearse, ofrecieron una brevísima rueda de prensa de apenas quince minutos para insistir en los «progresos» realizados en la discusión de los grandes problemas pendientes, valorando positivamente el acuerdo de un «pacto de crecimiento», acordado en la reciente cumbre de Roma.

Merkel y Hollande insistieron en los «objetivos comunes»: avanzar en el pedregoso terreno de la unión política y económica, dar respuestas «sólidas» a los problemas comunes, necesidad de mayor integración y solidaridad... Sentados los grandes principios, no dieron mayores precisiones. En la cumbre de Roma se decidió proponer al Consejo la consagración de unos 130.000 millones a «crecimiento». La cumbre aprobará tal proposición. Queda por saber cómo, cuándo y quién podrá beneficiarse de tales inversiones, con unos resultados imprevisibles, dentro de unos años.

Ni Merkel ni Hollande, que ayer charló con Obama sobre la cumbre, dieron detalles concretos de una evolución de posiciones que todavía parecían distantes en terrenos tan sensibles como los eurobonos, la gestión del BCE o la solución más o menos «colectiva» de los problemas de financiación de las deudas soberanas.

El presidente del Consejo, Herman Van Rompuy, ha preparado un documento en el que propone profundizar la integración europea en cuatro etapas: unión bancaria, unión fiscal y coordinación de políticas económicas, lo que supone una institución dirigente, y una legitimación democrática de estos nuevos poderes compartidos. Según Barroso, los tratados actuales «bastarían para poner en marcha la unión bancaria» y hacia ese objetivo espera que se dirija la reunión del Consejo, lo que según muchos observadores sería un buen resultado para la cumbre.

Una de cal y otra de arena

Por ahora, las primeras reacciones de Berlín al documento de Van Rompuy han sido frías, porque no aclara suficientemente cuales serían los mecanismos de control de esa unión fiscal y quien sería finalmente el responsable de dirigir la economía europea. Por el contrario, Merkel parece favorable a instaurar una cooperación reforzada entre los países que están a favor del impuesto sobre transacciones financieras y que el dinero que se recaude con esta medida no vuelva a los países que la recaudaron, sino que pueda usarse en el presupuesto comunitarios e incluso en los fondos de rescate.

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