LIBROS
Maha Akhtar: «En Líbano convivimos en paz cristianos y musulmanes»
La escritora publica «Miel y almendras», su primera novela, que explora el amor, el desamor y los sentimientos de cuatro mujeres, dos musulmanas y dos cristianas, en el Beirut actual
Maha Akhtar , periodista y escritora, dejó volar la imaginación desde su casa estadounidense y se metió en el cuerpo de cada una de las protagonistas de su primera novela, «Miel y almendras» (Rocaeditorial) . Y situó a Mouna, Imaan, Nina y Lailah en el Cleopatra, un salón de belleza algo decadente en el Beirut actual. Dos mujeres musulmanas y dos cristianas, dos ricas y dos humildes. Pero, ¿cómo es en realidad la mujer musulmana? Nos lo explica en esta entrevista.
-Su primera novela tras dos libros de memorias personales: ¿ha sentidouna liberación?
-Sí. Cada día vivía las aventuras de estas señoras, y cuando cerraba el ordenador me ponía muy triste porque quería continuar escribiendo. Es el disfrute de cada personalidad que narraba. «Miel y almendras» me llevó a un mundo que no era el mío. Todos los días viajaba de Miami al Beirut de hoy.
«La mujer libanesa hoy es muy libre, moderna y mira a Occidente. NO es una mujer árabe»
-¿Cómo es la mujer libanesa de hoy?
-Las mujeres libaneses son muy libres, modernas, y miran a Occidente. Líbano es el nexo entre el mundo occidental y el de Medio Oriente. La mujer libanesa no es una mujer árabe. Es libre, y también tradicional. Igual que en España, la familia y la religión son muy importantes, ya sea cristiana o musulmana. Y ello da a la mujer libanesa ese equilibrio entre lo que es la modernidad y la tradición.
- ¿Cómo conviven las dos religiones en Líbano?
-La convivencia de las dos religiones en el Líbano es lo que ayuda mucho a la mujer libanesa a ser quien es. A ser libre, sobre todo. Y la convivencia entre el cristianismo y el islam ayuda mucho a las mujeres libanesas porque le da otro punto de vista a ella. Esta convivencia nos da la libertad, pero nos deja con contradicciones.
-¿En qué tipo de contradicciones?
-En Líbano, la mujer se queda con su familia hasta que se casa. O sea, va de la casa de sus padres a la de su marido. Y está muy mal visto si de repente la mujer se alquila un piso. Si tienes 37 años y no estás casada sigues viviendo con tus padres. Después del matrimonio, las parejas van mucho a la casa de los padres. Es una cultura muy mediterránea.
«Mi tía Hafsa manda; ella es musulmana, y mi tío cristiano. Ellos son la pareja que encapsula el Líbano»
-¿Cómo es su casa: patriarcal o matriarcal?
-Muy matriarcal: mi tía Hafsa manda, ella es musulmana, y mi tío es cristiano. Ellos son la pareja que encapsula el Líbano. Llevan 52 años casados, siguen juntos, y la verdad es que este equilibrio le ha dado a mi tía la posibilidad de vivir libre, independiente y coqueta. La convivencia de la religión en Líbano nos hace diferentes de los otros países árabes. No existe este tipo de convivencia. En la Constitución de Líbano está escrito que la mitad de la población es cristiana y la mitad musulmana. Convivimos, y esta coexistencia es la base de los conflictos del Líbano. Llevamos siglos conviviendo juntos, desde la Edad Media cristianos y musulmanes han convivido pacíficamente y en paz. Aunque luego, evidentemente, hemos tenido problemas con fundamentalistas. La base de la mujer libanesa es la convivencia de la religión.
-Un salón de belleza es el punto de encuentro de sus cuatro mujeres protagonistas de «Miel y almendras».
-Las cuatro proceden de lugares diversos: musulmana humilde, cristiana rica, musulmana rica y cristiana pobre. Vienen de situaciones económicas y sociales diferentes. Son personajes creados en mi imaginación, pero muy reales porque están basados en la mujer libanesa de hoy día. Son muy creíbles. Hay un poquito de mi tía en cada una de ellas.
«Las protagonistas de mi relato tienen inquietudes europeas»
-¿Y usted cómo ha marcado a sus protagonistas?
-Imagino que también les he marcado con un poco de mí. Cada una tiene su carácter, conflictos, inquietudes, preocupaciones y busca lo que a ella le llena. Buscan el amor, un príncipe azul, otra piensa que ser rica le hará feliz. Son inquietudes europeas. Yo hablo de ellas como mujeres, no como libanesas. La novela la he basado en Líbano porque es parte de mi herencia. Y quería mostrar que Líbano, Beirut, no es siempre la guerra, ni edificios negros.
-¿Hay vida en Beirut más allá de la muerte y de la guerra, del dolor y de la sangre?
-Claro. Mire, allí hay calles como la de Ortega y Gasset en Madrid con grandes tiendas. Quería mostrar que los libaneses y las libanesas son optimistas, a pesar de que han vivido quince años de una guerra brutal. Y quince años más de la ocupación de los sirios. Durante estos treinta años hemos reconstruido nuestras vidas. El mensaje es: hay que ser optimistas, hay que luchar detrás del optimismo, protestar. Hay que gente que no tiene para comer, muriendo en guerras, hay que dar gracias cada día por lo que uno tiene y seguir una vida normal.
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