Montilla y Carod avalaron con 22,3 millones la fallida Casa de las Lenguas

Ahora comienzan a conocerse los detalles, principalmente cuánto debía costar la idea, un caudal presupuestario que a finales de 2011 la Generalitat de Cataluña, ante la imposibilidad de desarrollar el proyecto en el actual momento de estrecheces económicas, decidió cortar de raíz con la disolución del Consorcio que lo gestionaba. Ahora mismo, el antiguo recinto fabril de Can Ricart de Barcelona donde debía ubicarse Linguamón sigue sin destino.

Si bien el principal promotor de la idea fue el presidente de la Generalitat hasta 2006, Pasqual Maragall, y luego de manera muy significativa el vicepresidente Josep Lluís Carod-Rovira, parte del dinero con el que financiar el proyecto fue a buscarse a Madrid, concretamente al Ministerio de Industria, en ese momento dirigido por José Montilla.

Según los datos recopilados por el grupo municipal del PP en Barcelona, entre los años 2005 y 2010 Industria llegó a presupuestar para la Casa de las Lenguas 22,3 millones de euros, bien mediante subvenciones vía convenio, bien mediante transferencias directas, una cantidad de la que se desconoce qué porcentaje llegó a ejecutarse y por tanto qué cantidad fue efectivamente desembolsada por el Gobierno.

Ya el primer año (2005) Industria presupuestó 700.000 euros, que fueron seis millones en 2006, la misma cantidad que en 2007. En ese ejercicio, por ejemplo, 2,6 millones se reservaron para el proyecto museográfico, mientras que 315.000 euros debían ir destinados a la recuperación arquitectónica del recinto. Ya en 2009 y 2010, y en este caso mediante transferencia directa, el ministerio presupuestó 6 y 3,6 millones respectivamente al proyecto.

La última de las partidas que fue firmada por Montilla, la de 2006, formaba parte de un convenio más amplio de nueve millones destinado al fomento del catalán en las nuevas tecnologías, la justificación por la que el proyecto de Casa de las Lenguas se incluyó como partida dentro de los presupuestos de Industria, y no de Cultura, como a priori parecería más propio.

Dentro de ese convenio se destinaban otras partidas a la creación de un curso de catalán a través de internet, el doblaje y subtítulo de películas de cine y DVD, proyectos de acogida lingüística para inmigrantes o programas de traducción automática catalán-aranés, castellano-aranés y catalán-alemán. La fecha de presentación de dicho convenio también resultó significativa: 4 de septiembre de 2006, con Montilla apurando su etapa como ministro y a menos de dos meses de celebrarse las elecciones en las que resultaría elegido presidente de la Generalitat.

Junto a las aportaciones de Industria, Linguamón debía contar también con una importante aportación de la Generalitat: 18 millones de euros, doce de los cuales para consolidar y rehabilitar el edificio y otros seis para el proyecto museográfico.

El presupuesto estaba a la altura de un proyecto a lo grande, como se hacían en este país las cosas no hace tanto: una arquitecta de relumbrón, Benedetta Tagliabue, y 7.000 metros cuadrados de superficie para albergar un auditorio, oficinas, salas de exposiciones y mediateca, todo con objeto de preservar y promocionar la diversidad lingüística en el mundo. Tras la deserción de la Generalitat, el Ayuntamiento de Barcelona recuperó un recinto a medio rehabilitar y sin que ahora se sepa muy bien qué hacer con él. La Casa de las Lenguas ya es historia.