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Watergate, 40 años: Bernstein y Woodward vuelven al «lugar del crimen»

Los periodistas que destaparon la trama de corrupción regresan al sitio donde tuvo lugar el caso

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emili j. blasco

Fue un «intento de robo de tercera clase», como lo describió días después el portavoz de Richard Nixon , pero con consecuencias históricas de primera. El Watergate, de cuyo comienzo ahora se cumplen cuarenta años, llevó a la dimisión del presidente de Estados Unidos y a una sacudida sin precedentes en la conciencia política estadounidense. Fue también un hito periodístico, de la mano sobre todo de «The Washington Post», y un precedente lingüístico: desde entonces «gate» se utiliza como sufijo para todo caso de corrupción política.

Watergate es un complejo de viviendas y oficinas de la capital norteamericana, bautizado como «puerta del agua» por encontrarse a orillas del río Potomac. Allí tenía su sede en 1972 el Comité Nacional Demócrata. El 17 de junio, a eso de las 2 de la madrugada cinco hombres fueron detenidos en esas oficinas cuando intentaban colocar micrófonos ocultos y buscaban documentos. La acción formaba parte de una serie de medidas ilegales puestas en marcha por el comité de reelección de Nixon, dirigido por John Mitchell , que acababa de dejar su puesto de fiscal general de EE.UU. No es que la reelección de Nixon corriera peligro —ganó con gran diferencia unos meses después—, pero la obsesión del presidente y el celo desmedido de sus colaboradores habían llevado a organizar la trama.

Desenmarañar la opaca complicidad en el encubrimiento de lo sucedido llevó dos años

Lo que al principio pareció un simple robo, pronto dejó al aire hilos de los que tirar. La identidad de uno de los asaltantes como exagente de la CIA y el cheque procedente del comité de reelección de Nixon en la cuenta corriente de otro condujo a establecer una relación directa entre ese comité y el asalto. Desenmarañar la opaca complicidad en el encubrimiento de lo sucedido llevó dos años. El 9 de agosto de 1974 Nixon dimitió para evitar ser destituido por el Congreso. Decisiva para ese paso fue la grabación en la que el presidente pedía que se compensara económicamente a los implicados. Un total de 43 asesores y empleados de la Administración fueron condenados.

Carl Bernstein y Bon Woodward, los dos peridodistas del Post que investigaron el caso (en 2005 se supo que su «garganta profunda» —otro término popularizado con el Watergate— había sido William Felt , subdirector del FBI), han vuelto estos días al «lugar del crimen». En un acto organizado por el pediódico precisamente en el edificio del Watergate, Bernstein y Woodward, inmortalizados en la película «Todos los hombres del presidente» (1976), rememoraron algunos de los episodios del caso.

Como han escrito conjuntamente en un artículo publicado en «The Washington Post», en su tiempo de presidencia, comenzada en 1969, Nixon «lanzó cinco guerras sucesivas y superpuestas»: contra el movimiento opuesto a la guerra de Vietnam, los medios, los demócratas, el sistema de justicia y, finalmente, la misma historia. « ¿Qué fue el Watergatge? Las cinco guerras de Nixon », concluyen, alguien «dipuesto a saltarse la ley para su ventaja política».

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