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sociedad

Cerco al botellón en las calles

El consumo de alcohol en la calle sigue siendo una piedra en el zapato para la mayoría de ciudades gallegas. Las estadísticas revelan que el 40 por ciento de las personas que participan en ellos son menores de edad

Cerco al botellón en las calles ABC

PATRICIA ABET

En los últimos años los ayuntamientos gallegos han recrudecido sus políticas antibotellón con el fin de evitar molestias ciudadanas y de poner freno a un problema social que implica a un gran número de menores. Sin embargo, y tal y como constata el último informe realizado por la Oficina del Valedor do Pobo, el empeño demostrado por los concellos de la Comunidad en su lucha contra el consumo de alcohol en la calle no es equiparable. En este ranking, Santiago de Compostela destaca como la ciudad en las que las políticas antibotellón han surtido más efecto entre la ciudadanía, pese al cortapisas que supone ser la población con más universitarios por metro cuadrado.

En algunos casos las multas pueden llegar a los 750 euros

Entre las medidas que Raxoi ha adoptado para frenar estas «reuniones» destacan las sanciones económicas que, en algunos casos, pueden llegar hasta los 750 euros y que se basan en una ordenanza municipal que prohíbe el consumo de alcohol en la calle siempre y cuando altere la convivencia y produzca insalubridad. Así, y desde septiembre del pasado año, medio millar de ciudadanos —menores y no— han sido multados por consumir alcohol en la vía pública.

Desde el ayuntamiento explican que una de las condiciones para que esta política tenga una incidencia inmediata entre la población es que las multas no tardan más de 15 días en llegar a los domicilios de los sancionados. Muchas de estos recargos se agravaron a tenor de los informes remitidos por los técnicos del ayuntamiento, que denunciaban situaciones de insalubridad tras retirar más de dos toneladas de desperdicios. La normativa de la capital establece, además, que estas penalizaciones económicas se pueden sustituir por trabajos en beneficio de la comunidad, siempre que estén relacionados con el perfil laboral de los multados y que incluyan un curso de 4 horas en el que se detallen los perjuicios del consumo abusivo de alcohol.

En el caso de la ciudad herculina, el ejecutivo de Carlos Negreira lleva meses elaborando un plan antibotellón que se centrará en la prevención y en la sensibilización social. Y es que La Coruña es una de las ciudades gallegas en el botellón ha causado más malestar ciudadano, ya que uno de los puntos neurálgicos de estas celebraciones son los jardines de Méndez Núñez, en pleno centro urbano. Para atajar esta problemática, se prepara un foro de debate para analizar las consecuencias sanitarias del botellón y para aplicar la normativa autonómica de forma global. En este foro, formado por un equipo multidisciplinar, también participarán los representantes del tejido vecinal, social y juvenil, según fuentes municipales han informado a ABC.

En la noche de San Juan

Entre tanto, y de cara a próximas celebraciones como la noche de San Juan, en María Pita se preparan para hacer frente a estas macro-reuniones con un dispositivo especial que arrancará a las 16 horas del 23 de junio y terminará sobre las 14 horas del día 24. Durante esas horas, un máximo de 179 personas —entre personal de seguridad y emergencias— velarán por mantener la seguridad ciudadana y porque se cumpla la normativa vigente, con especial hincapié en la legislación autonómica de prevención del consumo de alcohol antes de cumplir los 18 años.

Un médico, un ATS y cuatro socorristas en las playas tratarán de impedir casos como el de un niño de 11 años que tuvo que ser atendido en un hospital coruñés en la noche del último San Juan debido a una intoxicación etílica. Días antes, se desarrollará una campaña de prevención con un vídeo didáctico e información adicional a través de la web municipal.

Siete ingresos de media

En otras urbes gallegas, caso de Ourense, barajan la posibilidad de trasladar el botellón fuera de la ciudad para evitar las quejas vecinales, tomando el ejemplo de otras pequeñas ciudades como Cáceres. Una filosofía que trata de conjugar el ocio con el respecto a los vecinos y que tiene tantos defensores como detractores. Y es que, en la ciudad áurea, el consumo de alcohol o tóxicos provoca una media de siete ingresos por coma etílico cada fin de semana.

En el caso de Vigo, cada sábado la plaza de la Estrella puede llegar a albergar a unos 2.000 jóvenes, aunque estos encuentros masivos no son sometidos a controles específicos por parte de la policía municipal, pese a detectarse menores en ellos. En caso de haber incidentes, se les pide el DNI. En otras poblaciones, como Lugo o Ferrol, la situación en similar. En Pontevedra, la habilitación de un «botellódromo» como único espacio de todo el municipio donde se permite beber en la calle no convence. Esta falta de medidas antibotellón le valió al consistorio pontevedrés las críticas del Valedor y la peor nota en comparación con el resto de urbes de la Comunidad.

SANTIAGO

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