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Descubren el órgano que permite comer a las ballenas

La víscera, ubicada en la mandíbula y nunca antes vista, ayuda a los rorcuales a engullir todo lo que se les ponga por delante, una de las más extremas formas de alimentación

Descubren el órgano que permite comer a las ballenas Carl Buell

j. de jorge

Nicholas D. Pyenson

La alimentación de los rorcuales, un grupo que incluye la ballena de aleta, la azul y la jorobada , es algo excepcional, único entre los mamíferos. La ballena solo tiene que abrir la boca como un gargantúa para engullir la mayor cantidad de agua posible, un trago gigantesco cargado de presas que después expulsa a través de las barbas para filtrar el kril y los peces. Parece fácil, pero los científicos nunca habían sido capaces de determinar con exactitud el mecanismo de estas arremetidas alimenticias. Ahora, investigadores de la Universidad de la Columbia Británica en Vancouver (Canadá) y del Instituto Smithsonian han podido desentrañar el enigma. Han descubierto algo sorprendente que había pasado por alto a los científicos. En la punta de la barbilla de las ballenas rorcuales existe un pequeño órgano sensorial nunca antes visto , del tamaño de una uva, que, en comunicación con el cerebro, coordina los cambios en la posición de las mandíbulas para realizar la ingesta. El estudio aparece en la revista Nature , que le ha dedicado su portada.

Los rorcuales se encuentran entre los vertebrados más grandes del mundo, aunque se alimentan de algunos de los organismos más pequeños de los océanos. Se caracterizan por una especial capa de grasa, similar a un acordeón , que va desde el hocico hasta el ombligo. La grasa se expande hasta varias veces su longitud en reposo para permitir a las ballenas engullir grandes cantidades de agua. La ballena se impulsa hacia adelante, llega a tragar más de su propio peso en agua y luego filtra los millones de ejemplares de kril y pequeños peces dentro de la boca en cuestión de segundos. Esta técnica de alimentación es posible por varias especializaciones morfológicas, incluyendo el nuevo órgano, alojado en el tejido ligamentoso que conecta las dos mandíbulas de la ballena.

«Creemos que este órgano sensorial envía información al cerebro con el fin de coordinar el complejo mecanismo de la alimentación por filtrado, lo que implica la rotación de los maxilares, la inversión de la lengua y la ampliación de los pliegues de la garganta y la capa de grasa», dice Nick Pyenson, paleobiólogo en el Instituto Smithsonian y director del estudio. «Probablemente ayuda a los rorcuales a sentir la densidad de la presa cuando inician una arremetida».

Un «cóctel» de 80 metros cúbicos

Para hacernos una idea de lo que tragan estos animales, una ballena de aleta, la segunda más larga del planeta, puede engullir hasta 80 metros cúbicos de agua y presas en menos de seis segundos. Un estudio previo muestra que una ballena de aleta captura 10 kilos de kril en cada bocado con el fin de mantener su masa corporal de 50 toneladas. «En términos de evolución, la innovación de este órgano sensorial tiene un papel fundamental en uno de los métodos de alimentación más extremos de las criaturas acuáticas», dice el también coautor y profesor de Zoología Bob Shadwick.

Para llegar a estas conclusiones, los científicos recogieron muestras de los cadáveres de dos rorcuales recientemente fallecidos como parte de las operaciones de caza comercial de ballenas en Islandia , país que reanudó esta actividad en 2006 con cuotas determinadas anualmente por el gobierno. El equipo utilizó una máquina de tomografía computarizada gigantesca para poder acomodar las muestras tan enormes y obtener un mapa tridimensional del interior de los tejidos.

Debido a que la alimentación es una parte fundamental para mantener su gran tamaño -las ballenas azules pueden pesar más de 150 toneladas-, este descubrimiento ayuda a iluminar el conjunto de innovaciones anatómicas y de comportamiento que sucedieron en la historia evolutiva de los rorcuales hasta convertirse en gigantes oceánicos. «Es una ironía suprema que incluso después de varias décadas de la caza de ballenas, en las que los científicos han tenido la oportunidad de observar cientos de miles de cadáveres de ballenas, apenas estemos empezando a comprender la anatomía de los mayores depredadores del mar de todos los tiempos», afirma Nicholas Pyenson.

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