«Rienzi», la ópera repudiada por Wagner
La Deutsche Oper repone la polémica producción de Philipp Stölzl de la obra wagneriana, que se podrá escuchar en el Teatro Real, en versión de concierto, los días 21, 24 y 27 de mayo
susana gaviña
El paso del tiempo (dos años desde su estreno) ha atemperado la polémica suscitada por el montaje que Philipp Stölzl realizó en 2010 para la Deutsche Oper de Berlín de «Rienzi, el último de los tribunos». Tercera ópera compuesta por Wagner, ... su extensión de casi seis horas la había relegado a ser interpretada únicamente en versión de concierto, con los pertinentes cortes, por lo que su estreno en enero de 2010 suscitó gran curiosidad, sobre todo por la lectura que había hecho Stölzl, que se saldó con división de opiniones: abucheos y ovaciones .
Ahora, dos años después, tan solo un conato de abucheo en el descanso (al menos en la representación del día 30 de abril), que fue rápidamente acallado por aplausos y bravos. La atención fue el clima predominante en una función extraordinaria pues el tenor que interpretaba Rienzi, Torsten Ke rl, tuvo que ceder —debido a una afección en la garganta— el protagonismo vocal a Andreas Schager , que desde un lateral del escenario interpretó al héroe convertido en tirano, mientras Kerl se ocupó de la parte puramente actoral.
De la Roma medieval al Berlín de Hitler
Esta producción traslada la historia original, que se desarrolla en la Roma medieval, al siglo XX, el siglo de los totalitarismos y las dictaduras. En ella no faltan —de ahí la polémica— referencias explícitas a Hitler que vertebran la obra de principio a fin. Ya desde la obertura (la parte más conocida de la ópera) se muestra a Rienzi en su residencia en los Alpes bávaros, Obersalzberg, donde se le presenta como una parodia del dictador alemán; y finaliza con el héroe convertido en tirano escondido en un búnker (el mismo donde se suicidó Hitler y donde se dice se encontraba la única partitura completa -ahora perdida- de la ópera por la que el dictador sintió siempre gran predilección y que le había regalado la familia Wagner). En él también se puede ver a Rienzi juguetear con la maqueta de Germania, la megaciudad imaginada por Hitler (y diseñada por Albert Speer) que iba a convertirse en el nuevo Berlín.
En la producción también se incluye un guiño al cine, a través de una escenografía que recuerda a la película «Metropolis» de Fritz Lang, y de los noticiarios que servían de vehículo propagandístico de dictadores como Hitler, Mussolini o Stalin.
Primer éxito de Wagner
La partitura de cinco actos, compuesta entre Riga y París, y estrenada finalmente en Dresde en 1842, cuenta también con libreto del propio compositor, que se inspiró en el texto homónimo de Edward George Bulwer-Lytton .
Tercera ópera de sus producción, tras «Las hadas» (1833), no representada durante la vida del compositor, y «La prohibición de amar» (1836) , retirada después de su estreno, supuso su primer gran éxito (llegó a representarse en Dresde más de un centenar de veces hasta 1873; y en 1908 la cifra se había duplicado) aunque Wagner siempre renegó de ella.
El motivo: haberla escrito siguiendo los cánones de la Grand Opera que imperaba entonces, con arias, concertants, ballet (que duraba nada más y nada menos que media hora) y números corales importantes (fantástica la interpretación de la agrupación de la Deutsche Oper, dirigida por William Spaulding). Un estilo del que después de distanció.
Von Bülow llegó a decir de «Rienzi» que era la mejor ópera de Meyerbeer
Tampoco se debía sentir muy orgulloso de haberse dejado influir por la literatura musical de otros compositores, como Meyerbeer y su «Roberto el diablo» (Hans von Bülow llegó a decir que «Rienzi» era la mejor ópera de Meyerbeer), y Spontini y su «Hernán Cortés». Un delito grave para alguien tan soberbio como Wagner que había nacido para dejar su propia impronta musical, por lo que relegó esta ópera a un segundo plano hasta el punto de que nunca ha sido representada en el Festival de Bayreuth .
En Berlín, se ha presentado en una versión de dos horas y media (más el descanso), bajo la batuta del director de orquesta alemán Sebastian Lang-Lessing , que realiza un lectura de la obra intensa, logrando un magnífico sonido de la Orquesta de la Deutsche Oper. En cuanto al reparto, destaca el improvisado protagonismo de Schager, que fue el más aplaudido y ovacionado de la noche ante su improvisada pero estupenda actuación. También fueron muy aplaudidas las actuaciones Daniela Sindram , en el papel de Adriano, el enamorado de Irene; y de ésta misma, Manuela Uhl , que sale caracterizada como Eva Braun, la amante y después esposa de Hitler. Lamentablemente, Torsten Kerl tuvo que conformarse con un ocupar un digno segundo plano en esta ocasión.
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