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Mucha sensibilidad

ROSA SANZ HERMIDA

Había muchos ingredientes que predisponían para la favorable acogida de este último concierto del ciclo de Ópera del Miguel Delibes: el gratísimo recuerdo del paso por Valladolid de la soprano Felicity Lott el año pasado; la presencia de Jesús López Cobos, un director «de la tierra», muy querido y apreciado y el anuncio de un repertorio singularmente bello y de gran coherencia estilística. A todo esto se unieron dos alicientes: la fantástica interpretación de la OSCyL, que siguió con aplicación las indicaciones de López-Cobos, y la breve pero estupenda actuación del barítono Lluís Martínez-Agudo.

El programa alternó piezas orquestales (la suite «Pélleas et Mélisande» de Fauré, «Le tombeau de Couperin» de Ravel y el preludio de «Capriccio» de Richard Strauss) con otras que además incluyen voz («Shérezade» de Ravel y dos pasajes de «Capriccio»). En cuanto a las partes exclusivamente orquestales, López Cobos supo adaptar los efectivos instrumentales a los requerimientos de cada obra, consiguiendo crear atmósferas sonoras diferentes. La OSCyL funcionó muy bien: exquisito empaste de los metales, con momentos sobresalientes (solo de trompa en la pieza final), impecable exposición de los vientos (flauta, oboes) en sus partes solistas y en diálogo entre ellos o con otros instrumentos. Una interpretación, en definitiva, equilibrada, elegante y muy matizada.

Con respecto a Felicity Lott: inconmensurable. No se sabe qué admirar más en ella si la dulzura del fraseo, la redondez del sonido, los acariciantes filatos, la dicción esmerada, o su magnética presencia escénica. Indudablemente el tiempo quizá haya adelgazado el volumen de su voz, pero lo cierto es que a día de hoy utiliza todos los resortes para cubrir con absoluta solvencia crescendos que culminan en sobreagudos, o mantener el fiato en pasajes a media voz. A esto se une un centro bien coloreado y, sobre todo, una prestancia sobre el escenario que hace creíble lo que interpreta y que inunda el espacio de optimismo, de ternura y serenidad. Hay mucha belleza dentro y fuera. Quizá sea éste su mayor secreto.

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