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entre brumas

De jefes e indios

Subir más los impuestos es incomprensible si reparamos en que seguimos siendo el país con más políticos a sueldo de Europa

juan granados

«Cada cosa es lo que es: la libertad es libertad, y no igualdad, honradez, justicia, cultura, felicidad humana o conciencia tranquila.Si mi libertad, o la de mi clase o nación, depende de la miseria de un gran número de otros seres humanos, el sistema que promueve esto es injusto e inmoral» (De «Dos conceptos de libertad», en Isaiah Berlin, Cuatro ensayos sobre la libertad . Madrid: Alianza Editorial, 1993)

Terca es la realidad. Los últimos datos de la EPA para el primer trimestre de 2012 parecen una broma macabra: en el conjunto nacional el número de desempleados aumentó en 365.900 hasta 5.639.500 y la tasa de paro subió 1,59 puntos, situándose en el 24,44% de la población activa. Es decir, la mayor subida porcentual desde el tercer trimestre de 2009. En Galicia tenemos ya 265.600 parados, cifra correspondiente al 20,18 % de la población activa.

Las noticias de acompañamiento a este fracaso global sin paliativos, resultan ser el corolario a una ópera bufa. La primera: tras haber recortado el gobierno vigente todo cuanto, aparentemente, era susceptible de recortarse, en gesto de obediente y devoto ejecutor de los designios merkelianos, los desahogados muchachos de la agencia de filibusterismo general Standard&Poor's rebajan en dos escalones el rating de España hasta BBB+, es decir, tan sólo unos milímetros por encima del innegociable «bono basura».

La segunda: como reacción a lo anterior y en la patética esperanza de hacerse querer por los apóstoles del cerrojazo, el gobierno anuncia una nueva subida del IVA para 2013, sin reparar en que de seguir prospectando sólo esta vía del sangrado inmisericorde del común, pronto no les quedará nadie, empresa o asalariado, a quien sangrar. Podrán subir los impuestos indirectos hasta las nubes, y continuarán incumpliendo el objetivo de déficit porque aquí, queridos cofrades, el común permanece ya con los bolsillos vacíos y vueltos del revés, pudiendo ya consumir menos que aquellos «Biscúter» de nuestros padres.

Resulta pues una peligrosa manía que se mire siempre en la misma dirección. Circunstancia especialmente incomprensible si reparamos en que seguimos siendo el país con más políticos a sueldo de Europa. Entre titulares de puestos públicos de índole política, sus correspondientes asesores, cargos de confianza y demás canonjías, estamos soportando nada menos que 445.568 salarios, la mayoría extraordinariamente bien pagados para los tiempos que corren.

También la mayoría, así mismo, perfectamente prescindibles, por ejemplo los 40.000 «cargos de confianza» cuyas evanescentes funciones podrían verse perfectamente asumidas por una red de funcionarios suficientemente extensa y permanentemente criticada; o los 1.031 diputados provinciales, asistidos por nada menos que 970 «asesores», o los miles de contratados en organismos públicos de funciones difusas y claramente prescindibles, o los otros tantos miles colocados en «observatorios y entes asesores».

¿Se imaginan el valor de ese dineral invertido en investigación destinada a la obtención de patentes con alto valor añadido, por ejemplo, o en desarrollo activo de riqueza? Pero por ahí nunca se va, somos un país de inercias absurdas, donde, al final, siempre hay más jefes que indios, o eso al menos es lo que parece pretenderse.

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