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Geopolítica del hambre

El fantasma del hambre en las capas más vulnerables vuelve incluso a Galicia

alfonso de la vega

He visto en La Coruña cómo hay gente que busca comida en los contenedores, sobre todo cerca de los supermercados, donde también crecen los hurtos de alimentos. El fantasma del hambre en las capas más vulnerables de la sociedad vuelve incluso a Galicia donde la clase media está siendo desestabilizada y los jóvenes apenas tienen futuro. Pero aparte de los problemas de justicia social y distributiva hay otros técnicos.

Hace ya unos años el médico brasileño Josué de Castro publicó su libro sobre el hambre en el mundo con ese título. Según sus investigaciones cabría establecer una cierta relación entre los ciclos hormonales femeninos, la tasa de fertilidad y el nivel de ingesta de proteína en la dieta alimentaria. Es decir, ceteris paribus, el hambre llama a más población y a más hambre. La mejora de la alimentación disminuye la tasa de fertilidad por razones bioquímicas más allá de los evidentes aspectos culturales y de costumbres que influyen decisivamente en la vida humana. Así, mientras no haya una disminución de la población mundial no parece que exista posibilidad real de erradicar el hambre, y mientras no mejore la dieta habrá más dificultades naturales para frenar la población condenada a una pronta muerte.

Ahora el sistema agroalimentario occidental es un proceso industrial más, que demanda más energía que la que devuelve al sistema en forma de alimentos. Las estimaciones de Pimentel en «Energy, food and society» indicaban que si se dedicara todas las reservas conocidas de petróleo exclusivamente a alimentar a la población mundial con los sistemas de producción, distribución de alimentos y dieta americanos, sólo habría petróleo para unos 11 años.

Importa la composición de la dieta, (con cada vez menos leguminosas). De acuerdo con las investigaciones de Slesser, el paso de una dieta constituida por 30 kilogramos al año de proteína vegetal a otra en que 20 es de proteína animal y los otros 10 vegetal, multiplica por varias veces, en función de la densidad de población, las necesidades energéticas del sistema a igualdad de otros factores. Así, cuanto más se deriven cereales que pudieran utilizarse en la alimentación humana a la de semovientes, peor. Lo que explica el interés de recuperar parte de la ganadería extensiva, cuya alimentación no hace la competencia a la humana y permiten explotar mejor el sistema digestivo de los rumiantes.

Para colmo, además del ganado de los países ricos producido al modo intensivo les ha salido otra competencia a los pobres en sus intentos de comer todos los días, a ser posible caliente. La de la fabricación de los llamados biocombustibles. En función de sus sistemas de obtención y logística, esto puede significar en la práctica que los depósitos de gasolina o gasóleo de los coches de los ricos les quitan proteínas a los estómagos de los pobres más hambrientos. No deja de constituir una maravilla del marketing que tal amenaza contra la población mundial más pobre se venda como algo «progresista».

Estos criterios debieran informar la Política, también aquí.

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