El Aberri Eguna abre la carrera electoral
PNV e «izquierda abertzale» compiten por la hegemonía de la «Patria Vasca» a un año de las urnas
PNV y Batasuna aprovecharon el Domingo de Pascua para proclamar la «resurrección de la Patria Vasca» y entonar la versión más radicalizada del que será el gran «karaoke» electoral vasco, con las autonómicas previstas para marzo de 2013, si no antes. Los de Íñigo Urkullu —«aislados» en Bilbao frente al resto de siglas independentistas de izquierda, apiñadas en Pamplona a la sombra de Batasuna— se marcaron como «primer reto» recuperar Ajuria Enea , tras cuatro años del primer gobierno vasco constitucionalista, el del PSE, apoyado desde fuera por el PP, para iniciar un nuevo pulso al Estado por la autodeterminación.
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«Hay que cambiar al lendakari que no celebra la fiesta de su patria», dijo Urkullu en alusión al socialista Patxi López, que en lugar del «akelarre nacionalista», implantó la festividad oficial del País Vasco el 25 de octubre, día del Estatuto. Los batasunos, envalentonados por su exitoso regreso a las instituciones con Bildu/Amaiur y muy cómodos ante el silencio vigilante de ETA, prometieron a los suyos la independencia de «Euskal Herria», que incluye también a Navarra y la zona del País Vasco francés . «No será fácil, pero nos vamos de España y Francia», anunciaron en una marcha que convocó a miles de simpatizantes en la capital navarra.
«Nacionalismo económico»
El «Aberri Eguna» sirvió para escenificar la intensa pugna por la hegemonía del nacionalismo vasco, que trata de vender «bienestar» en el contexto de la grave crisis económica que azota a España y Europa. De ahí que Urkullu —con traje ya de candidato a lendakari, a falta de que así lo apruebe el partido— apelara sobre todo al «nacionalismo económico», frente al más etnicista de Batasuna o del propio Ibarretxe, en un intento de acercarse a un potencial electorado sin raíz nacionalista. Habló del PNV como único «gestor» que ofrece «experiencia», «confianza» y «soluciones» y único capaz de liderar la «institucionalización progresiva» de un País Vasco «en pie de igualdad» con España. Un nacionalismo pragmático, que según Urkullu, se mira en el espejo de Croacia y Estonia y se siente acompañado por Escocia, Cataluña o Flandes , y que debe cristalizar en un «nuevo estatus político», que el PNV busca aprobar en 2015 por la vía del referéndum. «Nuestro proyecto de identidad nacional impulsa el desarrollo económico y competitivo», declaró. Un modelo, estimó, que debe huir de los «experimentos ocurrentes» del PSE —«ha convertido los ahorros en números rojos» y ha «dañado seriamente la solvencia y la seriedad» del País Vasco—. Pero también de los que quieren convertir a Euskadi en «la Nicaragua Sandinista», en alusión a la política «revolucionaria» y de «pancarta» de Bildu.
No hubo reproche de vuelta desde Pamplona, donde los Rufino Etxeberria, Joseba Permach, Martin Garitano... se manifestaron por la independencia y la consecución de una «república vasca democrática» . En las horas previas, su portavoz Maribi Ugarteburu sí acusó al PNV de conformarse con un «soberanismo de romería» sin llevarlo a la práctica.
Dardo del PNV a Rajoy
Tampoco aludió Batasuna a ETA, aunque sí reclamó la libertad de sus presos. Ahí Urkullu «se impuso» a los batasunos y, aprovechando el silencio de los terroristas, trasladó la presión al Gobierno central instándole a abrir un «diálogo resolutivo» con la banda. «No defraude las expectativas de la sociedad vasca. El inmovilismo no ayuda», dijo. El líder del PNV envió a Rajoy un dardo envenenado al afirmar que comparte su «prudencia y paciencia» y que cuenta con su respaldo siempre que acerque los presos y legalice Sortu, entre otras exigencias.
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