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CONTAMINACIÓN

El 60% de las fuentes de agua del centro de Cataluña todavía contienen purines

EP

Casi el 60% de las fuentes de Osona y el Lluçanès, en el centro de Catalunya, superan los 50 miligramos por litro de nitratos, el límite máximo establecido por la Unión Europea (UE) para declarar el agua como no potable, como consecuencia de la contaminación por purines descubierta a inicios de los año 90 y que, desde entonces, se mantiene en niveles excesivos. Así lo ha explicado en declaraciones a Europa Press el presidente del Grup de Defensa del Ter, Xavier Crosas, una entidad ecologista que lleva una década analizando el agua de 160 fuentes de 50 municipios de la zona, y que ha constatado un «ligero aumento» de la concentración y una mayor extensión, si bien ésta varía en función de las lluvias registradas a lo largo del año.

El mapa de la afectación refleja que en la Plana de Vic y en las cotas más bajas los acuíferos están más contaminados, llegando a registrar máximos de 420 miligramos en la Font de la Salada de Gurb, 419 en la del Casanell de Taradell y 375 en la de la Teula de Masies de Roda, producto de la filtración de los purines y su acumulación «por efecto de la gravedad». Crosas ha lamentado la «hipoteca» para el territorio que supone esta contaminación persistente que, aunque cesara de manera abrupta, precisaría de unos 20 ó 30 años para difuminarse, ha constatado.

«No se ha hecho nada»

El panorama, según los ecologistas, es especialmente desolador si se tiene en cuenta que «no se ha hecho nada» para revertir la situación y, a pesar de que existen límites legales, la cabaña porcina continúa produciendo más purines de los que la tierra puede digerir, ha apuntado.

Crosas no duda en culpar a la industria cárnica y al modelo de consumo actual de la problemática, ya que existen unas pocas grandes empresas «con mucho poder» que condicionan las leyes, fijan los precios de la carne y el modo de producción de los ganaderos y agricultores. Las cárnicas de la zona «privatizan los beneficios y externalizan los costes», ha asegurado, y la contaminación ha obligado en los últimos años a poner en marcha numerosas plantas de saneamiento y a construir kilómetros de conducciones para que los municipios de la zona capten agua del río Ter y sus afluentes, unas obras pagadas con los presupuestos públicos. La actual crisis, no obstante, ha paralizado parte de estas inversiones.

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