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Traumático regreso tras más de diez años secuestrados y encadenados

Muchos de los antiguos rehenes de las FARC no soportan el cambio a su regreso y se suicidan o se dan al alcohol y las drogasTodavía hay policías y militares de los que sigue sin saberse si están vivos o muertos

Traumático regreso tras más de diez años secuestrados y encadenados efe

ALEJANDRA DE VENGOECHEA

Se bajaron lentamente del helicóptero que los arrancó de la selva en la que permanecieron secuestrados más de diez años. A diferencia de otras liberaciones, estos seis policías y cuatro soldados no salieron corriendo al encuentro con sus mujeres e hijos. Se aferraron a las psicólogas que los recibieron en los helicópteros. Tenían miedo. Uno de ellos venía acompañado de su mascota, un tapir. Otro se envolvió en la bandera de Colombia. Un mundo nuevo. Móviles, nueva tecnología, muchos desconocidos... «¿Qué es lo primero que quiere hacer?», le preguntaron a Carlos Duarte, uno de los liberados. «Estar con la familia. ¡Ciao!», y le colgó a Radio Caracol.

La noche la pasaron en el Hospital Militar de Bogotá. Los examinaron para determinar si tenían enfermedades tropicales, para ver en qué condiciones estaban tras pasar entre 12 y 14 años con una cadena al cuello en la selva. Y el diagnóstico fue claro. Seis de ellos necesitan atención psicológica.

«Mi hijo no quería desprenderse de su hija, no quería que se fuera de su lado», señaló Oliva Solarte, madre del intendente de la Policía Jorge Trujillo Solarte. Cuando lo secuestraron, su hija era un bebé de cuatro meses. Ahora es «una mujer, alta y muy linda», según la describió su progenitor.

Clínicas y psicólogos

Para saber qué les ocurrió durante tan largo cautiverio, aún habrá que esperar. Los uniformados pasaron sus primeras horas en libertad entre clínicas, psicólogos y reuniones con el presidente Juan Manuel Santos y sus jefes en la Policía y Ejército.

«Fueron tratados de manera inhumana por las FARC», afirmó Santos tras la reunión que mantuvo con ellos. «Me dijeron que están dispuestos a seguir trabajando por el país en sus instituciones», dijo tras contar que le regalaron un lápiz marcado con su nombre, bordado durante el cautiverio por el sargento de la Policía José Libardo Forero.

Llegar no es fácil. Es como si vinieran de otro planeta. Por ejemplo, uno de los liberados

ni siquiera reconoció a su hijo. «Soy yo... su hijo», contó Yonathan que le dijo a su padre, el sargento Robinson Salcedo Guarín, secuestrado en 1998. Ese año, Yonathan tenía cuatro años. «Cuando lo vi lo abracé. Fue un momento muy corto». Su padre tenía un regalo para él, una pareja de periquitos que trajo desde el cautiverio. En conversaciones anteriores con este diario, Yonathan había confesado que estar solo es algo que no le desea a ningún niño.

Otro caso. Doris Moreno, hermana del sargento Luis Alfredo Moreno, relata así el reencuentro: «Me vio el móvil y me preguntó qué era eso. No sabía que existían los móviles, no sabía cómo colocárselo y hablar», afirmó. «Reunirse con su familia fue muy especial. Su hijo tenía cinco años cuando lo secuestraron. En el encuentro se dieron un abrazo, pero solo me preguntó por el abuelito que había muerto, no quiso hablar con nadie más, y cuando se lo llevaron me miró con lástima y se fue al Hospital Militar. De su cautiverio, solo se ha atrevido a decir que los medios de comunicación fueron los que lo mantuvieron vivo»,

Suicidios

Los psicólogos han sido claros. La vida de muchos secuestrados es muy difícil tras su regreso. Varios soldados se suicidaron, otros han acabado abocados al alcohol y las drogas. Muchas familias se separan. En entrevista con la BBC, la excandidata a la presidencia, Ingrid Betancourt —seis años secuestrada por las FARC— contó lo que pueden estar pasando. «Es un shock (volver). Por supuesto, deben de estar viviendo algo muy emotivo. Son 14 años de secuestro. Algunos tienen hijos que ni siquiera han conocido. Es un mundo nuevo y es algo que trae mucha alegría y bellos sentimientos, pero también temores. Quizá tengan miedo de cara al futuro. Se preguntarán cómo van a manejar la nueva situación, cuál será su nuevo trabajo, cómo encontrarán ingresos para su nueva vida», explicó.

Mientras estas familias están felices y expectantes, hay otras que no resuelven su vida.

Hay policías y militares de quienes no se sabe si continúan con vida.

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