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Reviven el champán que se sirvió en la última cena del Titanic

A 100 años del hundimiento del que en su momento fue el barco de pasajeros más grande y lujoso del mundo

Reviven el champán que se sirvió en la última cena del Titanic

ANA LUISA ISLAS

El 14 de abril de 1912 el Titanic naufragó en las heladas aguas del Atlántico. Minutos antes de que el trasatlántico chocara fatídicamente con un iceberg, algunos de sus pasajeros cenaban en su majestuoso comedor. Para conmemorar el centenario de la tragedia, se han organizado diversas acciones a lo largo del mundo. En algunos casos, como en el restaurante Genui en Catarroja (Valencia), han organizado una cena igual a la que disfrutaron quienes viajaban en la primera clase del barco irlandés. En otros, se han dispuesto exposiciones que recuerdan la tragedia, como la del Museo Marítimo de Barcelona.

ABC

Freixenet no ha querido quedarse atrás y a través de una de sus marcas, la Casa de Champagne Henri Abelé, ha querido rendirle honores al hundimiento más famoso de todos los tiempos. La firma lanzó ayer, en el marco de la feria Alimentaria, una edición limitada (4.000 botellas) del champán Henri Abelé, el cual se sirvió en la última cena del crucero.

El enólogo de la casa Franck Nicaise ha querido recuperar el estilo del cuvée que se bebió esa fría noche de abril. Se trata de un champán brut, elaborado con una selección de «chardonnay» y «pinot noir», que con una pequeña aportación de «pinot meunier» dió como resultado un champán fresco y afrutado.

La Casa de Champagne Henri Abelé es una de las cinco firmas que abrieron antes de la Revolución Francesa. Fue fundada en Reims en 1757 y es propiedad desde 1985 del Grupo Freixenet. Con sus 250 años de historia, es la tercera casa más antigua de champán.

Henri Abelé fue elegido por la Fundación Titanic como el champán oficial del centenario. La casa elaboró para la Fundación Titanic 100 unidades especiales que vienen dentro de un cofre de la Colección Titanic, de la Cuvée de Prestige «Le Sourire de Reims». Estas botellas fueron numeradas y grabadas con el nombre de la persona que las compró, en la subasta que realizó la fundación el pasado mes de enero, a través de Internet.

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