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Cómo llegar a cumplir un siglo

Dos centenarios cuentan la receta del elixir para alcanzar su edad con plenas facultades físicas y psicológicas

Cómo llegar a cumplir un siglo FOTOS: inés baucells

ESTHER ARMORA/JANOT GUIL

Su mirada inquieta, curiosa y pícara, recuerda a la de una adolescente, pero su desgastada retina carga con la historia de todo un siglo. Trinidad Ballabriga, una institución en el barrio de Collblanc de Hospitalet de Llobregat (Barcelona) por sus gestos bondadosos y solidaridad con los vecinos, cumplió cien años el pasado 27 de junio, arropada por hijos, nietos y biznietos. Un siglo de existencia dedicada a amar a los suyos incondicionalmente y a ayudar a los más necesitados. Esta es la imagen que se ha ganado en su barrio, al que llegó procedente de Caspe (Zaragoza) cuando sólo contaba con 12 años.

Con la medalla que le entregó la consejería de Bienestar y Familia de la Generalitat en reconocimiento a su centenaria existencia, Trini guarda un nuevo recuerdo en su vitrina, en la que se refugia cuando la vida le golpea con fuerza. Como también lo hace José María Guerrero Hita. A sus cien años —cumplidos el 10 de marzo de 2011—, este cordobés de nacimiento (de Posadas), que lleva viviendo en Cataluña medio siglo, no aparenta su edad. No necesita gafas, se toma sólo cuatro pastillas al día —la próstata, el corazón...— y camina con la mínima ayuda de un bastón que a veces olvida coger. ¿Su secreto? Nunca fumó, bebía poco y «comía cosas sanas, de campo».

Los dos mayores cuentan sus claves para mantenerse tan longevos:

La familia, fuente de energía

No hay una única receta para la longevidad, aunque Trinidad Ballabriga tiene claro que «vivir con ilusión» ayuda a superar mejor las dificultades y da la energía necesaria para seguir adelante. Su motor, sin embargo, ha sido siempre la familia. «Mis cien años de vida los he dedicado exclusivamente a los míos», afirma Trinidad. Sus hijos, nietos y biznietos dan fe de ello.

Ayudar a los demás

A Trinidad no le basta con cuidar a los suyos. Su carga vital da para mucho y para muchos. Solo hay que pasear por el barrio para descubrir que en su larga vida, esta entrañable anciana no ha hecho otra cosa que «hacer el bien». En tiempos de penuria económica acogió a una familia del barrio con cinco hijos y años más tarde se encargó de cuidar durante unos meses a una anciana abandonada por sus hijos. «Todo ayuda a vivir», confiesa emocionada.

Conectado con la realidad

José María tiene teléfono móvil y está plenamente conectado a la actualidad. La crisis económica también le preocupa. No por él, sino por su prole. «Está todo muy mal», se lamenta. Y a corto plazo no avista un futuro mejor: «No hay ningún Gobierno que sea capaz de levantar la nación. Tras las próximas elecciones lo primero que dirá el que gane es que no puede hacer nada porque el de antes le ha dejado sin dinero...».

De campo y sin malos humos

José María no ha fumado nunca, pese a que trabajó muchos años con la tentación ante sus narices: preparando pedidos de puros para estancos. Nacido en el campo cordobés, achaca su buena salud a haberse criado y crecido respirando y comiendo sano. Y a un buen humor que contagia.

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