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Ser madre camino de los 40

La edad media para tener el primer hijo se ha retrasado a los 31 años. Incluso una de cada tres mujeres lo tiene con más de 35

pilar quijada

Los tiempos no ayudan a las jóvenes parejas que ven cada vez más obstáculos para conciliar vida laboral y familiar. A los horarios interminables y la inseguridad en el empleo a los que se enfrentan ambos, las mujeres han de añadir las dificultades para promocionarse en el trabajo si se plantean la maternidad a edad temprana. Son muchos los escollos que han de superar antes de tener su primer hijo, que cada vez es más frecuente que llegue con los 35 ya cumplidos.

Paqui Mallo tuvo su primera hija con esa edad: «Me casé con 33, y a partir de ese momento queríamos tener niños, nunca hicimos nada por no tenerlos». Cuando nació su primera hija, conciliar vida laboral y familiar no fue fácil : «Era jefe de producto en una empresa de óptica. Por mi trabajo viajaba mucho. Avanzar laboralmente requiere mucho tiempo. No hay consideraciones. No me tomé la baja maternal porque en la empresa no estaba bien visto. Y mi hija nació cuando negociaba todo lo del año», explica. Cuando llegó el segundo, que ahora tiene 20 meses, fue una sorpresa y las cosas fueron diferentes: « Me quedé embarazada a los 43, y estaba un poco preocupada por la edad . El ginecólogo me tranquilizó diciendo que fuera a la sala de espera y mirara quién había embarazada con 20. No quise hacerme la amniocentesis y después de la ecografía me dijeron que estaba todo bien. Tuve un embarazo maravilloso, sin ningún tipo de problema». Pero a pesar de todo, lo pasó mal psicológicamente: «Lloraba mucho durante el embarazo y cuando el ginecólogo me preguntaba el motivo yo le decía que porque tenía 43 años. Cuando nació el niño, con 44, también lloré, hasta que me confirmaron que estaba bien».

El «peso» de los años

Para Paqui, antes de tener hijos, las dificultades formaban parte de una «leyenda urbana»: «Nunca entendí eso del parón laboral de las mujeres. Me negaba a creerlo. Ahora lo sé por experiencia. Es muy difícil conciliar vida familiar y laboral. Siempre tienes jefes que te achuchan y los horarios son interminables. Les da igual que tengas un niño enfermo o no. Las madres necesitarían un horario acorde con el de los niños. Cuando nació mi primera hija yo podría haber trabajado desde casa, pero en la empresa no me dejaron. Ahora sí lo hago. Si este embarazo hubiera tenido que compatibilizarlo con el trabajo hubiera sido nefasto para mí». La edad impone también mayor cuidado durante el embarazo : «Fui más disciplinada que en el primero. El de la niña lo pasé viajando en avión y en coche por trabajo. No me quedaba otra. Cuando supe que estaba embarazada por segunda vez ya no viajé en todo el tiempo. Ni siquiera fui de vacaciones, porque tenía que ir a las revisiones», concluye.

En otras ocasiones, las dificultades para concebir el primer hijo se deben a motivos distintos de los laborales, como le ocurrió a Marián, que tuvo a su hija Laura a los 39. Aunque se casó muy joven, a los 22, durante 17 años intentó sin éxito quedarse embarazada: «Por eso, nos planteamos la adopción y en 2008 viajamos a China y nos dieron una nena, María, mi mayor tesoro». La pequeña en este caso venía «con una hermanita debajo del brazo». Al poco Marián se quedó embarazada, «suele ocurrir después de las adopciones», explica contenta. «El embarazo fue muy bueno a pesar de la edad y de los riesgos, quitando un pequeño sangrado. Estuve en reposo un tiempo y luego volví a trabajar. Por supuesto psicológicamente fue más duro por los posibles problemas, porque tenía 39 años, aunque intentaba pensar que todo iba a ir bien y la niña estaba bien. Sin embargo, no pude disfrutar del embarazo. Llegado el momento del parto estuvieron tres días intentándolo con oxitocina», recuerda Marián.

Solo 1,38 hijos por familia

Ahora tiene dos pequeñas que se llevan dos años, algo que no hubiera imaginado mientras intentaba concebir sin éxito: «Ni me acuerdo de haberlo pasado mal. Es una inmensa felicidad». Aunque reconoce que los años pesan: «Se nota la edad, no es lo mismo afrontarlo a los veintitantos que a los 40, sobre todo para correr detrás de ellas. Pero estoy muy contenta. Es como ha venido y lo sobrellevas». Esa menor energía, si la hay, se compensa con una mayor madurez: «Psicológicamente se está más preparada. Imagino que para alguien que tienen un embarazo a los 20 no es lo mismo». Aunque «a los cuarenta siempre hay algún achaque más», bromea. Ahora Marián ha olvidado los momentos de incertidumbre y está feliz con sus dos niñas: «Mi segunda hija, la que he parido, es un milagro, porque ya no la esperaba, pero el mayor tesoro es mi hija mayor, que ocasionó el milagro», dice.

La experiencia de Paqui y María es cada vez más frecuente en una sociedad como la nuestra, miope para valores que vayan más allá de la ganancia rápida y donde no hay lugar para miramientos con las mujeres que desearían tener hijos a edad más temprana. Y la maternidad tardía limita también el número de hijos. Eso se refleja en las estadísticas, con una media de 1,38 hijos por familia en nuestro país . En el caso de Marián, la posibilidad de ir a por un tercero está presente. Pero la edad no perdona: «Tendría que ser ya, y tres tan pequeños y tan seguidos es para pensarlo. Por ganas sí, pero la edad es lo que nos condiciona». Otras veces, es la naturaleza la que impone el límite pasados los cuarenta, pero la Ciencia echa una mano.

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