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Francia tiene en su tradición el antídoto contra crímenes como el de la escuela judía de Toulouse: la tradición de una cultura política basada en la ciudadanía y la cohesión nacional
Un hombre se acerca en una motocicleta hasta las puertas de un colegio judío en Toulouse y dispara contra todo lo que se mueve. Mata a tres niños y a un profesor, y se da a la fuga. Un crimen antisemita. Una nueva cosecha del odio racista. Vivimos en un mundo en el que las distancias han desaparecido, obligados a convivir con distintas culturas y civilizaciones. Una realidad problemática ante la que caben muy distintas soluciones para la convivencia. Lo que no cabe es el odio. Ni la negación violenta de quien nos parece diferente.
Es el principal reto al que se enfrenta nuestra civilización. La cultura ciudadana sobre la que se han basado nuestros valores debe prevalecer sobre el odio racista. Francia ha conocido en su historia más reciente una penosa cosecha de crímenes racistas. Pero tiene también en su tradición el antídoto contra este tipo de asesinatos: la tradición de una cultura política basada en la ciudadanía y en la cohesión nacional por encima de prejuicios racistas y locuras identitarias.