Sandra Bullock: «Me gusta enfrentarme al dolor con mi trabajo»

—¿Cómo se acercó a esta historia?

—Antes que nada, intenté no caer en mi habitual tentación de ir derecha al libro y desmenuzarlo. De hecho, el propio director me pidió que no lo hiciera para no influir en mi visión del personaje que, además, está descrito desde el punto de vista del niño. Aparte, en el libro no se describe demasiado a la madre, e incluso al principio invita a la antipatía, aunque al final descubres sus intenciones.

—¿Por qué se decidió por este filme después del Oscar?

—Me atrajo el hecho de que sea una historia que se enfrenta cara a cara al dolor. Vemos a un niño tratando de buscar sentido y de entender la muerte de su padre. Pero no hay respuesta a sus preguntas, y eso te rompe el corazón. Su búsqueda por descubrir si esa llave le lleva a abrir un cofre o le puede regalar un último instante con su padre es algo con lo que todos nos identificamos. Me gusta enfrentarme al dolor con mi trabajo.

—¿Le costó encarar el personaje tal vez más dramático de toda su carrera?

—Desde luego, porque a veces no comprendía cómo mi personaje no era una madre más cariñosa con su hijo. En algún momento pensé que no era la clase de madre que merecía un niño tan hipersensible. No niego que llegué a juzgarla de forma algo cruel, pero ella también estaba enfrentándose al dolor, y nadie en su sano juicio puede ponerse en los zapatos de una persona que sufre. Creo que Linda es una mujer muy real y su dolor la convierte en una madre imperfecta.

—¿Cómo es Stephen Daldry?

—Demuestra una fe enorme en sus actores. No entiendo cómo conoce tanto a la gente con la que trabaja. Hubo momentos en los que me sentía vacía, porque la película me dejaba agotada emocionalmente, y le decía: «Me has consumido ya seis o siete veces con estas tomas, no puedo más». Y él me contestaba: «No, querida, tú puedes hacer esto, eres fabulosa». Trabajar con Stephen es una experiencia única, hay pocos directores con tanta confianza en su equipo.

—La interpretación del jovencito Thomas Horn es sorprendente, rodeado de leyendas como Hanks, Max Von Sydow o usted misma. ¿Cómo fue verle en acción?

—Me tenía con la boca abierta todos los días. Lo que más me sorprendió fue su capacidad para comprometerse con el personaje, que me obligaba a reaccionar y exigirme más. Su trabajo se convirtió en un reto para mí, ya que siempre te ves obligada a redoblar tu capacidad como actriz adulta y demostrar tu valía. En ocasiones lo único que quería hacer era abrazarle, pero la relación que tenemos en la ficción era otra muy distinta y no podía.