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concierto

Joe Bonamassa, la elegancia hecha blues

El guitarrista estadounidense rinde homenaje al género con un repertorio lleno de sutilezas y matices que encandiló al público madrileño

Joe Bonamassa, la elegancia hecha blues rafael carmona

j. m. sánchez

Cautivador y elegancia en su más pura esencia, Joe Bonamassa provocó la catarsis con su delicado y limpio blues. Como whisky del caro. Lo suyo es sentimiento, vísceras y profundidad. Lo suyo es el metrónomo y la precisión . Lo suyo es la emoción que desprende desde sus guitarras y su delicada voz mientras se desliza con sus zapatos blancos por el escenario como una serpiente embutida en traje oscuro.

Al margen del rock de Black Country Communion , donde explota su faceta más rockera, el músico estadounidense demuestra, con la sencillez del maestro, emocionar incluso al menos purista. Detrás de su gafas reside un as de la guitarra con alma de blues. Precoz y talentoso, encarna una revisión del género de la pentatónica que traslada fronteras.

Comprobado en Madrid ante dos mil personas, donde brilló como las estrellas del firmamento ante un marco incomparable, el Centro de Congresos, excepcionalmente romántico y adecuado para la ocasión. Allí presentó su último álbum «Dust Bowl» en el que recoge su particular visión del blues, que sirvió de espina dorsal de un repertorio en donde tiene cabida hasta el theremin al más puro estilo Jimmy Page.

Guitarra psicotrópica

Con temas como «Midnight Blues» , de Gary Moore, o «Slow Train» o «Dust Bowl» de su último trabajo discográfico o «The Ballad of John Henry» se metió al público en el bolsillo. Fue una gran fideuá de tacones y piernas sorteando las butacas mientras trazaba delirios psicotrópicos con su guitarra.

Canción tras canción arrancaba el aplauso de los asistentes que, en silencio y respetando el trabajo del artista, vibraba por dentro. Incluso hasta cuando, solo ante el peligro, desencadenaba sentimientos en forma de seis cuerdas tan solo acompañado del teclado. O con «Woke Up Dreaming» , su pieza maestra donde dio lo mejor de sí. Tras la espera llegó una asombrosa «Bird on a wireK de Leonard Cohen de esas que rompen el alma. Qué sencillo todo con este hombre. Y qué fácil parece.

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