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ABC Cultural

Cuando el arte es pura mercancía

Análisis

MANUEL BORJA-VILLEL

Si nos dejásemos guiar por los catálogos de Sotheby's o Christie's, se diría que la crisis no ha afectado al mercado del arte. Los Warhol, Judd, Twombly y, por supuesto, Picasso, Miró o Giacometti siguen siendo valores seguros y ... sus precios alcanzan de continuo cifras estratosféricas. Sin embargo, si nos situamos a pie de calle, constatamos el difícil momento por el que pasan, al menos en nuestro país, numerosas galerías y artistas. Al igual que ocurre en la esfera de las grandes finanzas, es evidente que también en el terreno del arte asistimos a una creciente divergencia entre el mundo (minoritario) de las grandes colecciones y aquel otro que gestiona un intercambio más directo. El «retorno» de la especulación en la práctica artística o en la investigación estética es prácticamente nulo. Los pingües beneficios que de aquélla se derivan no suelen recaer en los creadores y los estudios que habitualmente acompañan a las obras ofertadas en las subastas no tienen una finalidad crítica, su objetivo es aumentar el valor económico de las piezas. Estamos, pues, ante un tipo de transacción que no genera comunidad ni conocimiento, sólo dividendos.

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