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Jorge Volpi teje la fascinante vida de Christiana Morgan

Con «La tejedora de sombras» el escritor mexicano novela a la mujer que amó durante 42 años al fundador de la Clínica Psicoanalítica de Harvard, Henry Murray. Un libro sobre cómo conciliar la libertad absoluta y el amor absoluto

Jorge Volpi teje la fascinante vida de Christiana Morgan JAIME GARCÍA

antonio astorga

El escritor mexicano Jorge Volpi ha ganado por unanimidad la V edición del Premio Iberoamericano Planeta-Casa de América , dotado con 200.000 dólares (151.600 euros), con su novela «La tejedora de sombras». El jurado del galardón, convocado por la Editorial Planeta y la Casa de América , ha estado formado por Alberto Manguel, Carmen Posadas, Clara Sánchez, Imma Turbau y Carlos Revés, y dio a conocer su decisión en un acto presidido por la alcaldesa de Madrid, Ana Botella. A esta edición del premio se presentaron 454 novelas procedentes de 23 países . El mayor número de originales llegaron desde España (107), Argentina (91), México (67), Colombia (52) y Venezuela (28).

Doblete de Jorge Volpi en Casa de América. Si hace tres años el escritor nacido en Ciudad de México obtuvo el II premio Debate-Casa de América por su magnífico ensayo «El insomnio de Bolívar», hoy se ha alzado con el V Premio de Narrativa Iberoamericano Planeta-Casa de América por su novela «La tejedora de sombras» . Se trata de una novela sobre la historia del itinerario vital de una mujer que realmente existió, Christiana Morgan, acaba de explicar a ABC Jorge Volpi: « La historia de Christiana Morgan , fascinante, la encontré por causalidad en los archivos de la Universidad de Harvard . Es una mujer que mantuvo durante cuarenta y dos años una relación como amante de uno de los principales profesores de Psicología de Harvard y el fundador de la Clínica Psicoanalítica de este centro universitario, Henry Murray . Entre los dos siguen un extraño experimento vital que denominan la díada y que intentan llevar a sus últimas consecuencias desafiando todas las convenciones de la época. Y juntos, a la sombra del psicoanálisis de Carl Gustav Jung , que fue maestro y analista de ambos, y de las visiones que ella tenía, intentan mantener esa especie de experimento vital en busca de conciliar la libertad absoluta con el amor absoluto. Y ese camino es una senda llena de aventuras, muy azaroso, a veces terribles, en esta muy extraña y a veces fascinante historia de amor entre ellos». Una desgarrada y psicoanalítica historia de amor de una mujer adelantada a su tiempo, Christiana Morgan.

Buceando en Harvard

Para enhebrar «La tejedora de sombras», Jorge Volpi, excelso prestidigitador literario, hizo maravillosos juegos malabares entre las sombras chinescas de la cuna del saber de Harvard: «Me enteré de esta historia por casualidad, empecé a seguirla, me di cuenta de que estaban todos los documentos de ellos en la Universidad de Harvard, en los archivos, tanto los de él como los de ella, y por lo tanto solicité permiso para poder consultar estos archivos. La historia me sedujo no solo por la lucha de esta mujer contra los prejuicios masculinos de la época, sino, sobre todo, porque se adelantó a las contradicciones profundas de la sentimentalidad de nuestro tiempo . Me informé a fondo sobre la vida de Morgan y su entorno, y también sobre Jung, parte esencial de la novela. Fue fascinante tener la oportunidad de bucear en los archivos que se conservan en Harvard tanto de Morgan como de Murray, y que contienen los diarios y cuadernos que ella escribió durante su vida, así como los papeles completos del psicólogo. Lo hice a lo largo de distintas visitas a Harvard durante varios meses para ver las cartas, los documentos, los dibujos, que son bellísimos de Christiana, que se hallan allí, para poder contar esta historia».

« Christiana Morgan -añade Jorge Volpi- estaba convencida de que tenía que inspirar a Murray a escribir el gran libro de su historia de amor absoluto . El borrador del libro, que nunca llegó a ver la luz, está también en Harvard. La novela no es una biografía cronológica de Christiana, sino que intenta entrar en aquello que ella no dijo y no escribió , pero que sintió y padeció a lo largo de los 42 años que mantuvo ese experimento vital. Desde joven, ella tuvo depresiones profundas e inquietudes que para las mujeres de su época estaban prohibidas. Esas depresiones la llevaron a explorar las obras de Freud y Jung, quien se convirtió en la obsesión amorosa de Morgan (casada con un veterano de la primera Guerra Mundial) y de Murray (casado con una rica heredera de Boston). Las dos parejas se fueron a Europa a estudiar el doctorado y citaron a Jung en Zurich. Durante una temporada fueron pacientes del psicoanalista y, en las sesiones, Christiana experimentaría con ella misma como no lo había hecho nunca en su vida, y a su vez el psicoanalista también lo haría como solo lo había intentado consigo mismo». «La tejedora de sombras», editado por Planeta, estará a disposición de los lectores a mitad del mes de marzo .

-Usted, criado y doctorado en Filología Hispánica entre los muros unamunianos de la Universidad Salamanca, y ahora viviendo en Madrid, es ya uno de los nuestros...

-Sí, se dio esta coincidencia de que vivo ahora en Madrid, y estoy muy contento, comenzando apenas otro proyecto después de terminar este de «La tejedora de sombras».

-Es Jorge Volpi un trabajador infatigable, incansable, un ¿invicto de la Literatura?

-Pues sí, pero como este es un trabajo que al mismo tiempo es un placer pues entonces no tiene mérito.

-Ni «boom» ni «boomerang» ni «crack», Jorge Volpi es hijo de la eclosión, heredero de la generación de Cervantes.

-Pues no sé si tanto, simplemente creo que en este momento hay muchos escritores en América Latina con obras muy atractivas.

-¿Se siente más cómodo en la media distancia literaria, entre el relato y la novela larga?

-Me gustan tanto las novelas largas, largas, como la media distancia. Justo en donde no me siento cómodo es en la distancia corta, y por eso ya no escribo cuentos.

-¿Por qué no se siente a gusto en el relato corto?

-Pues no lo sé, es algo que uno va descubriendo con el tiempo. Me gustan las novelas cortas y las largas. «La tejedora de sombras» no es una novela que se acople a la media distancia, será una novela un poco más larga, pero no demasiado.

-¿Hay algún homenaje, invocación, tributo literario, guiño, en «La tejedora de sombras»

-Pues no, pero hay personajes reales a los que intento darle mi particular mirada, sobre todo Jung y su círculo.

-Hace usted doblete con este premio Planeta Casa de América. Primer, con «El insomnio de Bolívar» obtuvo el Debate Casa de América de ensayo. Y ahora el de Narrativa con «La tejedora de sombras».

-En efecto, Casa de América me da mucha satisfacción.

Curiosamente, Jorge Volpi (Ciudad de México, 1968) llegó a la Literatura por el relato corto. A los dieciséis años, tras intervenir en un concurso de cuentos en el Centro Universitario México, al que también acudieron Ignacio Padilla y Eloy Urroz, con quienes más tarde elaboraria el «Manifiesto Crack». Licenciado en Derecho por la UNAM de México, donde alcanzó el grado de maestro en Letras Mexicanas, viajó después a España para instalarse en Salamanca y doctorarse en Filología Hispánica por la Universidad salmantina. Allí desembarcó literariamente junto a su amigo Ignacio Padilla con una tesis sobre las relaciones entre el Subcomandante Marcos y los intelectuales en 1994. Sobre el poeta Jorge Cuesta escribió el ensayo «El magisterio de Jorge Cuesta», pura delicia, que le valió el Premio Plural de ensayo en 1991.

Tras principiar con una excelenta producción literaria y novelas cortas, «En busca de Klingsor» (Seix Barral, 1999), con la que obtuvo varios premios, le catapultó al paraíso literario. Con esta absoluta obra maestra comenzó su Trilogía del siglo XX. Esta obra —que trata sobre un científico norteamericano que se une al ejército con la misión, al final de la Segunda Guerra Mundial, de descubrir quién es Klingsor, presumiblemente un científico nazi de muy alto nivel— supuso su consagración internacional al ser publicada en veinticinco idiomas. Completó la trilogía con «El fin de la locura» (Seix Barral, 2003) y «No será la tierra» (Alfaguara, 2006). Su obra se ha traducido a 25 idiomas.

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