congreso mundial del vaticano en roma
El cardenal Ouellet promete ante el altar que «nunca más» puede haber abusos sexuales en la Iglesia
El fiscal anti-abusos del Vaticano, Charles Scicluna, asegura que «no es aceptable» aplicar la ley silencio a la pederastia
El Papa quiere hacer limpieza dentro de la Iglesia y exigirá que cada obispo corte por lo sano en lo que se refiere a abuso sexual de menores dentro de su diócesis. La línea de «tolerancia cero» dio otro nuevo paso en público cuando el cardenal Marc Ouellet, prefecto de la Congregación para los Obispos, afirmó tajantemente ante el altar de la iglesia de San Ignacio: «No es tolerable que en la iglesia se abuse de los niños. ¡Nunca más!»
La Conferencia promovida por el Vaticano en la Pontificia Universidad Gregoriana está dando una soberana lección a obispos de 110 conferencias episcopales de todo el mundo y a superiores generales de treinta ordenes religiosas. Si el primer mensaje claro fue que hay que escuchar a las víctimas, el segundo es que estos actos vergonzosos son absolutamente intolerables. Y cuando sucedan, lo primero es pedir perdón a las víctimas.
Así lo hizo, en nombre de toda la Iglesia, el cardenal Marc Ouellet durante la liturgia penitencial celebrada en Roma, la tercera en la historia de la Iglesia. El primero en pedir perdón en una catedral y en dar la palabra en el templo a las
«Debemos tener el coraje de pedir perdón», dijo Ouellet
víctimas fue el cardenal arzobispo de Viena, Christoph Schoenborn, cuyo gesto fue criticado por obispos anclados en una mentalidad de proteger a los delincuentes.
La siguiente piedra miliar fue protagonizada por el cardenal de Boston, Sean O’Malley y el arzobispo de Nueva York, durante una liturgia penitencial en Dublín en la que lavaron los pies a víctimas de abusos sexuales.
Con su autoridad de responsable de los obispos de todo el mundo, el cardenal Marc Ouellet, afirmó en la iglesia romana de San Ignacio que «debemos tener el coraje de pedir humildemente perdón a Dios y a los pequeñuelos que han sido violados. El primer paso es escucharles atentamente y dar crédito a sus historias de sufrimiento».
El cardenal recordó que ya en 2002 el Papa Juan Pablo II dijo que «No hay lugar en el sacerdocio ni en la vida religiosa para quien haga daño a los jóvenes». Es decir, los criminales deben ser expulsados. En esa línea, el cardenal reiteró solemnemente: «No es tolerable que en la Iglesia se abuse de los niños. ¡Nunca mas!».
«Personas perturbadas»
Ouellet reconoció que algunos sacerdotes y religiosos «eran personas profundamente perturbadas», por lo que «habría que haber impedido que llegasen a taras de ministerio para las que no eran idóneos. Esto no siempre se ha hecho de modo eficaz y por eso pedimos perdón a las victimas».
Las plegarias de la ceremonia no podían ser más explícitas. El cardenal Ouellet reconocía: «con estupor y vergüenza nos damos cuenta de que el mal permanece dentro de nosotros. Nosotros que deberíamos llevar la salvación a los pequeñuelos hemos sido a veces instrumentos del mal contra ellos». Y un obispo responde: «Hemos pecado. No hemos sabido escuchar el dolor de muchos pequeñuelos».
Era un ejercicio de humildad que puede ser útil a muchas otras instituciones y personas pues, por desgracia, el abuso sexual de menores es muy extenso en la sociedad contemporánea, no solo en el tercer mundo sino también en el primero.
La Conferencia registra consenso en que la Iglesia cuenta ya con normas suficientes para hacer frente a este problema. Lo que hace falta es aplicarlas con energía, creando una cultura de cooperación con las autoridades civiles y de «tolerancia cero» ante estos delitos. Y el primer responsable es el obispo.
El fiscal anti-abusos del Vaticano, Charles Scicluna, manifestó que «tenemos que estar muy atentos al escoger los candidatos al
Los nuncios tienen obligación de escuchar a los fieles y trasladar sus preocupaciones al Papa
episcopado, y también utilizar todos los medios que prevé el derecho canónico para pedir cuentas a los obispos». El promotor de Justicia de la Congregación para la Doctrina de la Fe insistió en que « no es aceptable» que algunos obispos sigan ignorando los protocolos establecidos por el Vaticano o por las conferencias episcopales.
Scicluna afirmó que «los obispos son responsables ante Dios pero también ante sus fieles», y recordó que «los nuncios tienen la obligación de escuchar a los fieles y trasladar sus preocupaciones al Santo Padre». En otras palabras, los obispos incapaces de cortar en seco estos delitos gravísimos no sirven para el cargo. Y serán quitados de en medio.
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