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Una ciudad entera a mitad de precio

Pisos mucho más baratos. Como reclama Luis de Guindos. Eso están haciendo los bancos en Valdeluz (Guadalajara), la «urbanización fantasma» que ha duplicado su población en apenas unos meses

Una ciudad entera a mitad de precio DE SAN BERNARDO

CONCHA BALENZATEGUI

Mochilas arrastradas, cazadoras en volandas, carreras y bullicio. Decenas de chavales movidos por el resorte del timbre empiezan a comerse a bocados la merienda y el fin de semana. Es la salida del «Colegio Luz de Yebes» un viernes por la tarde. Similar a la de cualquier centro educativo. Nadie imaginaría que esta estampa se produce en la que, solo hace tres años, era conocida como la «Ciudad Fantasma». Y es que Valdeluz, surgida a orillas de la estación del AVE de Guadalajara, fue el icono del estallido de la burbuja inmobiliaria. La prensa nacional la llamaba «la otra Seseña» ; y las páginas del rotativo francés «Le Monde» o del japonés «Asahi Shimbun» difundían por el mundo la imagen de calles nuevas, pero sin un alma.

Han pasado diez años desde que se aprobó el Plan de Ordenación Municipal que dio luz verde a esta nueva ciudad en el término de Yebes, un pueblo que entonces apenas reunía a un centenar de vecinos. Hoy, el ayuntamiento calcula que hay entre 2.500 y 2.600 personas habitando aquí. Se basan en el consumo de agua de las 1.230 viviendas dadas de alta en el suministro. Una realidad muy alejada de los planes iniciales de Reyal Urbis, la principal promotora de una ciudad diseñada para 25.000 habitantes , y que en Guadalajara fue coloquialmente bautizada como «Avelandia». Sin embargo, la falta de esos trenes-lanzadera que iban a conectar en quince minutos Valdeluz con Madrid ralentizó la ocupación, iniciada en el verano de 2006. Y en 2008, el parón inmobiliario se ocupó de enterrar las ambiciones. «Tocamos el suelo de la crisis antes que los demás», explica el nuevo alcalde de Yebes, el independiente Joaquín Ormazábal.

«A toda pastilla»

Unos años después de aquel crack que hacía pensar en un descomunal fracaso y hacía enrojecer a los promotores más laureados, Valdeluz vive un nuevo fenómeno: una ocupación, callada pero incesante, de sus inmuebles. Casi todas las inmobiliarias quebraron, y los bancos se quedaron con bloques enteros. Y ahora las entidades financieras «tratan de quitarse esas promociones de su balance cuanto antes», prosigue el alcalde, quien sentencia: «Por eso Valdeluz va ahora a toda pastilla».

Algo ha cambiado en la ciudad, que al comenzar este año reunía 1.828 empadronados, de los que 800 han llegado en 2011. Van desapareciendo los carteles de «se vende» o «se alquila» en las ventanas, donde ahora hay cortinas y tiestos. Y es que hoy se venden más viviendas en Valdeluz que en la toledana Seseña : 262 en los nueve primeros meses del año pasado, según datos del Ministerio de Fomento, que aún no ha recogido las últimas ventas masivas.

Esta «segunda oportunidad» de la urbanización llega, efectivamente, de la mano de unos bancos que han actuado como «celestinos» ente la oferta y la demanda, hasta ahora irreconciliables. Hoy es posible comprar piso aquí por la mitad de lo que costaba en 2006 . Altamira, la inmobiliaria del Santander, ha vivido una auténtica fiebre de ventas, ofreciendo pisos desde 78.000 euros: se ha deshecho de bloques enteros en poco más de un mes. Ya solo le quedan tres viviendas a la venta. Bankia vende pisos de 60 a 80 metros cuadrados entre 73.000 y 110.000 euros, tras adjudicarse una promoción de Reyal. «De 150 viviendas nos quedan 22. No es que nos los quiten de las manos, pero se venden bien», confirma un comercial de «Foro Consultores Inmobiliarios». Por 130.000 euros hay pisos de tres y cuatro dormitorios en otro complejo residencial, «Jardín Central», que ofrece Deutsche Bank. Eran de una promotora que entró en concurso, y de un centenar de viviendas apenas hay treinta libres.

Hablamos de precios que incluyen garaje y trastero; de promociones con pádel, piscina y zonas infantiles; de áticos con terraza y bajos con jardín que se ofrecen con aire acondicionado, persianas eléctricas, calefacción de hilo radiante o cocinas amuebladas. «Prácticamente no hay inmobiliarias vendiendo, solo dos, las que tienen la situación más saneada. Y retienen sus pisos a la espera de que el mercado se reabsorba», apunta el alcalde. Y es que las empresas especializadas no pueden competir con los precios de la banca.

Las grúas se pararon en Valdeluz cuando se había construido, al 90%, solo el primero de los cuatro sectores inicialmente programados. Aunque quedaron parcelas vacías, no se dejaron esqueletos a la vista. Aun lejos de los 25.000 previstos, la ciudad sí tiene capacidad para sobrepasar los 5.000 habitantes. Y al tiempo que los ciudadanos, llegan los servicios.

«Esto era un proyecto ilusionante, era la leche: iba a haber AVE, colegios, todo maravilloso», recuerda Vicente, el primero que llegó a Valdeluz. Él entendía que el precio incluía «la supuesta calidad de vida, el espacio abierto, que no hubiese contaminación». Pero también ha vivido el desánimo: «Cuando ya estabas aquí y veías que las cosas no avanzaban, que no llegaba el AVE, te empezabas a mosquear». Ahora contempla con optimismo la llegada de nuevos vecinos. Ya no son los de la clase media-alta a la que parecía destinado el proyecto: «Valdeluz estuvo a punto de desaparecer porque la gente se desanimaba, y pudo pensar en irse. Lo importante es que siga viviendo gente, bien porque les gusta, bien porque hayan bajado los precios».

Es el caso de Israel y Mariam, una de las últimas parejas en llegar. No les interesaron ni el golf ni el AVE. Fue el precio. Salvadas las reticencias iniciales, vieron otras ventajas, como zonas comunes de la urbanización con piscina de verano e invierno, gimnasio, pádel y columpios. «Mi hermano dice que es como venir a un resort de vacaciones. Por ejemplo, tienes la oportunidad el domingo de coger el carril bici, que pasa por toda la urbanización, y darte una vuelta», relata Israel. Y su mujer apostilla: «Ahora tenemos más tranquilidad».

El sueño de «Avelandia»

El andén de la estación AVE previsto para acoger lanzaderas a Madrid sigue sin estrenarse, pero se ha multiplicado varias veces la frecuencia de los autobuses a Guadalajara capital, situada a seis kilómetros. El colegio se mantiene con trescientos alumnos en su tercer curso, a pesar de que está en concurso de acreedores. La Biblioteca Municipal, creada con donaciones vecinales, aparece llena un viernes por la tarde. Y la iniciativa privada no anda a la zaga. A los primeros negocios —una sucursal bancaria, un restaurante y un pequeño supermercado— se han ido sumando más.

Hasta diecisiete socios agrupa ya la nueva Asociación de Comerciantes y Profesionales de Valdeluz. Un bar que no para de servir cafés y menús, una clínica veterinaria o una papelería han levantado la persiana en 2011. Va a empezar la obra de una segunda peluquería, y pronto abrirá un negocio de comidas preparadas. Y a ello hay que añadir el campo de golf, con su restaurante, cuyo aparcamiento está a rebosar, y que en su día fue el principal reclamo de este proyecto. O la parroquia, con una comunidad pequeña pero viva, que espera estrenar su templo definitivo en septiembre.

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