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Los mayores expertos italianos apuntan a un discípulo español de Leonardo

Pietro Marani y Alessandro Vezzozi afirman que la revelación del Prado «es extraordinaria»

Los mayores expertos italianos apuntan a un discípulo español de Leonardo

ÁNGEL GÓMEZ FUENTES

«Es una historia apasionante, fascinante. Es un acontecimiento muy importante, extraordinario, la revelación que ha hecho el Museo del Prado al mostrarnos una Mona Lisa pintada contemporáneamente al cuadro de Leonardo ». Así de entusiasta se mostraba uno de los mayores expertos italianos de Leonardo da Vinci, Alessandro Vezzozi, quien, en su despacho como presidente del Museo Ideal de Vinci, explicaba a ABC la importancia de las revelaciones hechas por el Prado.

El profesor Vezzosi está convencido de que el autor de la copia del Prado, que él considera «una obra de altísima calidad», es un discípulo español del maestro, y descarta los nombres de los dos alumnos de Leonardo señalados como probables ejecutores: Francesco Melzi o Andrea Salaino, alumno preferido del artista, con el que se especula que mantuvo una relación homosexual.

Alessandro Vezzosi, que estuvo presente en Londres en el simposio donde el Museo del Prado presentó sus descubrimientos, aporta datos para apoyar su tesis: «El discípulo español que pinta esa Mona Lisa sería un tal Fernando, bien Fernando Yáñez de la Almedina o Fernando de Llanos. Los dos fueron alumnos de Leonardo. Uno de ellos trabajó con el maestro desde el año 1495 , aproximadamente. Le ayudó en el célebre mural de la Batalla de Anghiari.

En su cuaderno manuscrito H, Leonardo escribe solo Fernando, mientras que en un documento de 1505, habla de «Fernando, pintor español». Vezzosi conoce bien y estima la obra de ambos artistas españoles del Renacimiento, que «tienen un estilo parecido; en torno al 1508-1510 trabajaron en el gran retablo de la catedral de Valencia, que yo fui expresamente para hacerle fotografías y estudiarlo. Yo invitaría a ver mejor el cuadro de “Santa Catalina”, que es una pintura bellísima de Fernando Yáñez de la Almedina, en el Museo del Prado».

Por su parte, el profesor Pietro Marani, considerado el mayor experto en Leonardo, y que también estuvo en el simposio de Londres, aclara a ABC: «El autor de la copia del Prado no puede ser ni Melzi, porque en el 1503-1505 era demasiado joven y ni siquiera había llegado al taller de Leonardo, ni tampoco Salaino, del que en esa época ni siquiera conocemos su estilo , que es distinto al del maestro. Sabemos de él por un cuadro firmado con fecha de 1511».

A la espera del estudio

El profesor Marani, al igual que Alessandro Vezzosi, está a la espera de la publicación de la reflectografía infrarroja de la copia del Prado, que permite revelar particularidades escondidas bajo la capa pictórica. Pero ambos consideran un acontecimiento extraordinario, de primera magnitud, el hecho de que por primera vez una copia de la Gioconda presente un paisaje idéntico al original del Louvre, el paisaje del río Adda.

«Los detalles que se han visto con la reflectología indican que los diseños de la copia son los mismos que hay en el original, lo que quiere decir que el discípulo la pintó en el mismo taller (Leonardo comenzó a pintar la Gioconda en 1503) que el maestro o quizás poco después, pero en cualquier caso tuvo que ver los diseños», dice Pietro Marani. Para él, se trata de una obra «demasiado académica, en la que Leonardo no ha metido la mano, es decir, es una copia en la que no hay ninguna invención o aportación del artista». Pero, aunque se trate de una copia, su valor, a juicio del profesor Marani, es extraordinario: «Es una obra muy importante porque está hecha en el taller de Leonardo, desarrollada junto a la elaboración del original».

En todos los medios informativos y en el mundo de la cultura se ha dado gran relieve a este descubrimiento. El profesor Vezzosi lo considera justificado: «Para mí es un descubrimiento extraordinario, fundamental para comprender el taller de Leonardo, su escuela y su influencia en Europa y particularmente en España. Ahora se podrá estudiar y profundizar en la influencia de los discípulos de Leonardo, en particular de los dos Fernandos, un círculo que después se alarga en decenas de ciudades españolas y marca una influencia en centenares de pinturas». Vezzosi ha organizado «una exposición con veinte cuadros de la Gioconda, bajo el título “Leonardo y la idea de la belleza”. Me hubiera gustado contar con la Mona Lisa del Prado porque es la mejor de todas. Yo llevo pidiendo desde 1983 que se limpiara el fondo negro del cuadro porque estaba convencido de que se podría descubrir algo extraordinario».

Marani nos despide con una sonrisa cuando, al final de nuestra conversación, le expresamos nuestra extrañeza de que, mientras en Italia dos de los grandes expertos en Leonardo nos afirmen como casi seguro, o al menos muy probable, que el autor de la copia del Prado sea un pintor español, en cambio desde España se anuncie que el ejecutor es seguramente un italiano: «Hay que seguir investigando», dice. En cualquier caso, como afirma Vezzosi, «la Gioconda del Louvre evoca un mundo infinito en sí mismo, con grandes ecos en otras versiones y obras, y en la historia del Arte». Un mundo al que ahora hay que añadir la Mona Lisa del Prado.

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