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En el nombre de «El hijo»

Se publica el desgarrador relato de Michel Rostain basado en la muerte de su hijo, premio Goncourt a la mejor primera novela

En el nombre de «El hijo» MARTINE ROSTAIN

manuel de la fuente

Se dice, y es de las pocas certezas de este valle de lágrimas, que no hay dolor más insoportable para un ser humano que la muerte de un hijo. Que además del sufrimiento por la pérdida, te haces preguntas sin respuesta, en qué fallé, por qué a mí, no me di cuenta... Un dolor del que muchas personas no regresan nunca. Un vacío del que muchos no logran escapar.

Michel Rostain era un director de ópera bretón , amante de la música sobre todas las cosas, salvo su hijo y su compañera. Pero ese hijo murió de una manera fulminante a los 21 años de edad. Rostain quería ser escritor, pero cuando el tristísimo suceso acaeció no pudo escribir una sola línea. «Mi hijo murió y en los seis años siguientes dirigí seis óperas y no escribí una sola línea, no me sentía capaz. Pero siempre había querido ser escritor, y cuando me puse no lo hice para curarme, no me lo tomé como una terapia, simplemente lo hice porque me di cuenta de que ya tenía las fuerzas suficientes».

ABC

Por fin esas fuerzas llegaron y Michel Rostain escribió un libro desgarrador, «El hijo» (La Esfera de los Libros), un grandísimo éxito de ventas en Francia y medio mundo, que además le valió el prestigioso Premio Goncourt a la mejor primera novela». El planteamiento del libro es osado, atrevido, original. Es el hijo muerto quien habla sobre sus padres, sobre sus océanos de lágrimas, sobre su luto, sobre su desorientación. «Hablar de mí mismo -prosigue Rostain-, de lo que sufrí o dejé de sufrir no le habría interesado a nadie, que sea el hijo quien lo cuenta es lo que le aporta audacia y novedad, lo que creo que lo hace interesante».

Terapia y literatura

Michel Rostain también reflexiona sobre el posible poder terapéutico de la literatura: «Me maravilla, me parece formidable que haya gente que puede ponerse a escribir después de sufrir una catástrofe de cualquier tipo, que la escritura, la literatura, le puedan valer para sacar sus entrañas, para redimirse, pero no es mi caso». Aunque eso sí, pese a que no ha pretendido lanzar ningún mensaje, moraleja o moralina sí asegura que «si le ayuda a alguien me sentiré muy orgulloso, pero nunca fue mi intención».

Ahora su hijo al menos en la ficción será inmortal. «Como un amigo me dijo el mismo día que murió, por muy terrible que sea, se puede vivir. Creo que todo lo que dura hasta el día de hoy sigue vivo, lo que muere es aquello que ya no recuerdas, todo lo que se recuerda sigue vivo ».

Músico como es, aunque jubilado, Michel Rostain explica a propósito del bellísimo halo poético que recorren estas ciento cincuenta páginas (tómenselo con calma, se llora) que «la musicalidad de las palabras es muy importante. Yo releo en voz alta lo que escribo. Es más bonito y poético decir, "Dime papá por qué lloras" que "Esto es por lo que lloro". Para mí, lo importante es adónde llevan las palabras más que lo que significan. Es como una sinfonía de Beethoven, no sabes lo que es, pero te lleva, te lleva».

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